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Where the world comes to study the Bible

4. La Sabiduría de Dios

Introducción

Recientemente, varios miembros de nuestra iglesia asistimos a la Conferencia de los Ligonier de 1994, en Dallas. Entre los oradores estaba Charles Colson y R.C Sproul. Mi orador preferido era mi antiguo profesor del seminario, el profesor Dr. Bruce Waltke, quien habló sobre el tema: “Lo que Dios Necesita”, basado en el texto de Miqueas 6:8. Después de una exposición excelente, el Dr. Waltke dio la oportunidad para formular peguntas. Una de ellas estuvo relacionada con las palabras especiales empleadas en el texto original de Miqueas 6:8. Cuando oyó la pregunta, el Dr. Waltker, se dio unos golpecitos en la cabeza echándola hacia atrás, cerró los ojos y s preparó para contestar.

Sentado detrás de mí, estaba mi y amigo y colega en el ministerio, Mark Sellers, quien estaba oyendo al Dr. Waltke por primera vez. Muy impresionado, especialmente por la forma en que el Dr. Waltke se preparó para responder, Mark dijo: “Cuando cerró sus ojos, estaba mentalmente leyendo el texto, ¿no es cierto?” “Sí”, le contesté, “y algo más… estaba mentalmente analizando el texto de Hebreos “. Estoy convencido que eso fue lo que sucedió.

El Dr. Waltke es uno de mis expositores bíblicos favoritos y lo primero que siempre me impresiona de él, es el gran amor que tiene por el Señor. Lo segundo, es el amor y el compromiso que tiene con las Escrituras. Aquí tenemos a un hombre cuyo conocimiento del Antiguo Testamento, es asombroso.

Es un gozo observar en un hombre su sabiduría y conocimientos. Cuánto mayor es entonces, encontrar en Dios sabiduría y conocimientos insuperables e infinitos. La belleza del carácter de Dios es que cada uno de Sus atributos se complementan entre sí. Ya hemos considerado el infinito poder de Dios —Su omnipotencia— que le permite hacer lo que le plazca. A continuación, estudiamos la bondad de Dios, que motiva cada una de Sus acciones hacia aquellos que creen, como asimismo Su gracia común tanto para aquellos que no creen y como para los que creen. Ahora nos dedicaremos a estudiar Su sabiduría infinita. Cuando consideramos estos atributos juntos —la bondad de Dios, Su sabiduría y Su poder— sentimos un gran consuelo y fuerza.

Si hay algo que la Biblia nos enseña acerca de Dios, es que es sabio:

“Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia” (Job 12:13).

“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance” (Isaías 40:28).

“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33; ver también Job 9:1-4; 36:5; Isaías 31:1-2).

Dios completamente sabio, infinitamente sabio:

“He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie; es poderoso en fuerza de sabiduría” (Job 36:5).

“Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito” (Salmo 147:5).

La sabiduría de Dios es ampliamente superior a la sabiduría del hombre:

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9; ver también Job 28:12-28; Jeremías 51:15-17).

Sólo Dios es sabio:

“Y al que puede confirmarnos según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre Amén” (Romanos 16:25-27; ver también 1ª Timoteo 1:17; Judas 1:25).

Dios es la fuente de la sabiduría:

“Para entender proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos” (Proverbios 2:6)

“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría” (Daniel 2:20.

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).

¿Qué es la Sabiduría?

Se podría sumar el significado del término ‘sabiduría’, con las palabras: ‘saber cómo’. La sabiduría está basada en el conocimiento. A menudo, la sabiduría y el conocimiento se mencionan juntos (ver Jeremías 10:12; 51:15; Lucas 1:17; Romanos 11:33; 1ª Corintios 1:24; Colosenses 2:3; Apocalipsis 5:12; 7:12). La sabiduría no puede existir sin el conocimiento de todos los hechos pertinentes a algún propósito o plan. Por ejemplo, aparentemente haber construido Dysneylandia en Europa, fue un desastre. Si esta empresa fracasa, como parece ser, se debe a que fue planificada y construida sin el conocimiento de algunos datos muy importantes. Se hicieron muchos cálculos en forma equivocada, que podrían ser fatales en este negocio. El Dios que es sabio, también es el Dios que todo lo sabe.

Dios lo sabe todo. Los teólogos emplean el termino ‘omnisciente’, cuando hablan del conocimiento infinito de Dios. Dios sabe absolutamente todo Él sabe lo que los hombres están pensando (ver Ezequiel 11:5; Lucas 5:21-22). Él sabe todo lo que va a suceder. Incluso sabe todo lo que podría suceder bajo cualquier circunstancia (ver por ejemplo 1 Samuel 23:10-12; 2 Reyes 8:10). Dios no puede trazar un plan malo, o que pueda hacer fracasar sus propósitos y promesas, porque Él lo sabe todo. Su omnisciencia refuerza Su sabiduría.

La sabiduría no es sólo sabiduría, sino ‘saber cómo’. Su sabiduría le permite a Dios ‘saber cómo’ hacer cualquier cosa (ver 2ª Pedro 2:9). La sabiduría causa que la habilidad formule un plan y desarrollarlos de la forma más efectiva. Bezaleel era un artesano, un hombre con una sabiduría increíble en el arte de hacer el mobiliario para el tabernáculo (ver Éxodo 31:1-5). A Josué se le dio sabiduría para que supiera cómo conducir a la nación de Israel (Deuteronomio 34-9), Salomón pidió sabiduría y conocimiento para reinar sobre Israel y los recibió (2 Crónicas 1:7-12).

A.W. Tozer y J.I. Packer, han definido la sabiduría, como sigue:

“En las Sagradas Escrituras, la sabiduría —cuando es usada por Dios y por hombres buenos— siempre lleva una connotación moral fuerte. Se concibe como algo puro, llena de amor y buena… La sabiduría, entre otras cosas, es la habilidad de trazar metas perfectas y lograrlas por los medios más perfectos y efectivos. Es capaz de ver el final desde el principio, por lo que no hay necesidad de adivinar o conjeturar. La sabiduría ve todo en su real dimensión, cada cosa en relación adecuada a un todo y así ser capaz de trabajar hacia las metas prefijadas con una precisión perfecta”.17

“La sabiduría es el poder de ver y la inclinación de elegir la mejor meta y la más alta, junto con los medios mas seguros de lograrla. De hecho, la sabiduría es el lado práctico de la bondad ética. De esta forma, la sabiduría sólo la encontramos en Dios. Sólo Él es sabio en forma natural, completa e invariable”.18

La Sabiduría de Dios en la Biblia

Cuando llegamos a la sabiduría de Dios, una foto es más útil que cien palabras. Mientras miramos unos pocos pasajes de la Escritura, que habla de la sabiduría de Dios, intentaremos definir la sabiduría de Dios y mostrar su relevancia para nuestras vidas.

La Sabiduría en la Caída del Hombre: Génesis 2 y 3; Proverbios 3

Debo confesarles que nunca había considerado la caída en el Génesis, a la luz de la sabiduría de Dios. Sin embargo, está claro que el deseo de sabiduría por parte de Eva, contribuyó a su caída.

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3:1-6; palabras en itálica, del autor).

El versículo 6 informa al lector cómo Eva llegó a percibir el árbol del conocimiento del bien y del mal. Percibió que el árbol era bueno, bueno para comer. Llegó a percibirlo como algo hermoso para contemplar y muy deseable, porque ahora ella supo que el fruto de este árbol le daría la sabiduría.

Seamos muy claros: la forma como Eva percibió el fruto prohibido de aquel árbol, no era la realidad. Eva ahora veía al fruto de ese árbol, de la forma como Satanás quería que lo percibiera. Ella veía deseable al árbol, porque estaba engañada:

“Porque Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” (1ª Timoteo 2:13-15).

El fruto del árbol no era bueno para comer, porque Dios se lo había prohibido a Eva y a su esposo. Y tampoco ese fruto era el que daba sabiduría. El árbol era bueno para lo que su nombre indicaba. No se le llamó ‘el árbol de la sabiduría’, sino ‘el árbol del conocimiento del bien y del mal’. Al haber comido del fruto de este árbol, Adán y Eva se vieron imposibilitados de ‘conocer el bien y el mal’.

La sabiduría no consiste en ‘conocer el bien y el mal’. La sabiduría consiste en diferenciar el bien del mal. El hecho de haber comido el fruto del árbol prohibido, hizo que Adán y Eva conocieran el mal. Conocieron el mal por experiencia propia.19 Lo peor de esto es que Adán y Eva llegaron a una nueva conciencia del ‘bien y del mal’; pero observen lo que sucedió en el proceso. El mal llegó a ser ‘bueno’ a sus ojos. Dios había prohibido comer el fruto de aquel árbol. Comerlo, fue hacer lo malo. Y aún así, con un poco de engaño por parte de Satanás, Eva llegó a ver este ‘mal’ (de acuerdo a la definición dada por Dios), como algo ‘bueno’ (en su percepción, de acuerdo a lo sugerido por Satanás).

Después de haber comido el fruto prohibido, aquello que era ‘bueno’ llegó a ser considerado como ‘malo’. Cuando Dios hizo a Adán y más tarde a su mujer (como todo el resto de la creación de Dios), eran buenos ante Sus ojos. Fueron creados desnudos y ellos no sentían vergüenza. Su desnudez era buena en su estado de inocencia. Pero una vez que hubieron pecado al comer el fruto de aquel árbol, se avergonzaron de su desnudez e intentaron cubrirse. Su desnudez ya no era ‘buena’, sino ‘mala’. Y la compañía que gozaron junto a Dios, era ciertamente muy buena. Pero una vez que le desobedecieron, trataron de esconderse de Su presencia, más que gozar con ella. ¿Por qué? Porque esto que era ‘bueno’ (gozar de la compañía de Dios), ahora era ‘malo’. Conocían el bien y el mal; pero ahora las etiquetas habían sido cambiadas. ¿No es culpable Satanás de haber hecho aquello que Dios había prometido?

“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz’ que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20).

Satanás le aseguró a Eva que al comer el fruto del árbol prohibido, ella sería “como Dios, conociendo el bien y el mal” (versículo 5). El pecado de Satanás fue intentar ser “como Dios” de una forma competitiva y con su propio esfuerzo (Isaías 14:14). Temo que la motivación de Eva pudo haber sido similar. La verdad fue que al comer “del árbol del conocimiento del bien y del mal”, no haría que Eva fuera “como Dios”. El hacerlo fue desobediencia; fue pecado. Dios es justo y es imposible hacernos como Él, pecando. Ella fue engañada, muy engañada, tal como Pablo lo indica en 1ª Timoteo 2:14.

Pero, ¿fue malo para Eva desear ser sabia? Por supuesto que no puede ser malo desear ser sabios, ¿no es cierto? Cuando el ‘conocimiento’ es el conocimiento del mal, entonces la ignorancia es la felicidad completa. Pero, ¿quiso Dios mantener a Adán y a Eva en la ignorancia? ¿Les prohibió ser sabios? ¡De ninguna manera! Dios quería que Adán y Eva fueran sabios en lo que concierne al bien e ignorantes con respecto al mal.

“Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal” (Romanos 16:19).

La ‘sabiduría’ de Satanás, fue un conocimiento del ‘bien’ y del ‘mal’. Y al conocer el mal, Adán y Eva se alienaron del gozo del ‘bien’.

Adán y Eva recibieron todas las oportunidades y el ánimo de parte de Dios para conocerle, de ser como Él, de ser sabios con respecto a todo lo que era bueno. Veamos algunas de las formas cómo Dios hizo esto posible. Primero, podían ser sabios con respecto al bien, siendo conocedores de la creación:

“¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios. He allí el grande y anchuroso mar, en donde se mueven seres inmensurables, seres pequeños y grandes. Allí andan las naves; allí este leviatán que hiciste para que jugase en él” Salmo 104:24-26.

“Al que hizo los cielos con entendimiento, porque para siempre es su misericordia” (Salmo 136:5).

“Jehová con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia. Con su ciencia los abismos fueron divididos, y destilan rocío los cielos” (Proverbios 3:19-20).

“Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no habían aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres” (Proverbios 8:22-31).

“El que hizo la tierra con su poder, el que puso orden en el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría” (Jeremías 10:12).

“Él es el que hizo la tierra con su poder, el que afirmó el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con su inteligencia. A su voz se producen tumultos de aguas en los cielos, y hace subir las nubes de lo último de la tierra; él hace relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos” (Jeremías 51:15-16).

¿Querían Adán y Eva ser sabios? Permitamos entonces que estudien la creación de la que formaban parte. ¿Querían ellos conocer el bien? Permitamos entonces que lo conozcan en la creación:

“Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su genero, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:24-25).

¿Deseaban Adán y Eva conocer el ‘bien’ y llegar a ser sabios, como Dios? Entonces, dejémosles que tomen todas las ventajas que Dios les ha dado de estar con Él en dulce compañía y comunión. Al parecer, diariamente Dios caminaba con ellos por el jardín (Génesis 3:8). Y en el momento en que pecaron desobedeciéndole, intentaron evitar Su presencia. ¡Cuánto hubieran aprendido de Él!

¿Querían Adán y Eva ser sabios y entendidos? Entonces, debieron haber obedecido a Dios:

“Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta” (Deuteronomio 4:6)

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su loor permanece para siempre” (Salmo 111:10).

Satanás engañó a Eva, al hacerle creer que la desobediencia era el paso a la sabiduría, en circunstancias que era la verdad y aún lo es. La sabiduría no es la causa de la desobediencia, sino el resultado. Obedecemos a Dios, no porque seamos lo suficientemente sabios para hacerlo, sino porque confiamos en Él y en la sabiduría que nos revela en Sus mandamientos. Al desobedecer a Dios, Adán y Eva evidenciaron su desconfianza en Dios y en Su infinita sabiduría.

Finalmente, Adán y Eva podrían haber llegado a ser sabios comiendo los frutos de ese otro árbol, situado en un lugar prominente; tal vez más prominente, en el centro del jardín —el árbol de la vida. Nuestra comprensión de Génesis 3 se verá incrementada al considerar Proverbios 3:

“Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos. Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lugares rebosarán de mosto. No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere. Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. Largura de días está en su mano derecha; en su izquierda, riquezas y honra. Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen. Jehová con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia. Con su ciencia los abismos fueron divididos, y destilan rocío los cielos” (Proverbios 3:1-20, palabras en itálicas del autor).

Al estudiar este texto, se hacen evidentes varias verdades y son un comentario de gran ayuda para Génesis 3 y la caída del hombre. Primero, se nos estimula a desear la sabiduría como algo del valor más grande (ver los versículos 13-18). La sabiduría divina, debe ser muy deseada. Satanás desvió los deseos de Eva en una dirección completamente opuesta —la que la llevó de la sabiduría a la insensatez— de la vida a la muerte. Segundo, se nos ha dicho que la sabiduría divina es evidente en la creación (versículos 19-20). Adán y Eva tenían toda la creación al frente de ellos, que les enseñaba la sabiduría de Dios. Dios no estaba escondiendo Su sabiduría de ellos, sino que la había desplegado al frente. Tercero, la sabiduría no se opone a la disciplina, sino que la reconoce como una evidencia del amor a Dios (versículos 11-12). Eva fue conducida a creer en absolutamente lo contrario. Satanás sugirió que Dios les prohibió aquel fruto porque Él era egoísta y no les amaba. Cuarto, la sabiduría es el resultado de la obediencia (versículos 1-2). Satanás convenció a Eva que la sabiduría sería el resultado de su desobediencia. Quinto, para tener una verdadera sabiduría, debemos dejar de creer en nosotros mismos y en nuestra evaluación de lo que es ‘bueno’; más bien debemos confiar en la sabiduría de Dios y en Sus mandamientos. Sexto, deberíamos ver que la sabiduría es “el árbol de l vida” (versículos 2, 18). No creo que esta imagen del “árbol de la vida”, sea accidental. El comer del “árbol de la vida”, es el camino hacia la sabiduría, que es la razón por la que Satanás cambió el enfoque y el deseo que tenía Eva de este árbol, por el del árbol prohibido.

La caída de Adán y Eva nos podría parecer un evento lejano de la historia antigua y sin relación alguna con nosotros en el día de hoy; pero no se engañen con esta percepción falsa. Tenemos mucho que aprender de Eva y mucho que aplicar en nuestras propias vidas. Tal como Pablo nos sugiere, debemos tratar de ser sabios sobre lo que es bueno e ignorantes con todo lo que se relacione al mal: “…pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal” (Romanos 16:19b). Debemos aprender a enfocar nuestros deseos en lo que es bueno y a disciplinar aquellos que nos llevan a nuestra destrucción:

“Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron” (1ª Corintios 10:6).

“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1ª Pedro 2:11).

“Como el ciervo brama por las corrientes del agua, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 42:1).

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor” (1ª Pedro 2:1-2).

En el día de hoy, los cristianos quieren ser sabios; pero con mucha frecuencia no es la sabiduría de Dios la que buscan. Pareciera que no saben que existe una sabiduría falsa que debe ser rechazada:

“¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3:13-18).

“Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros” (2ª Corintios 1:12).

“Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne” (Colosenses 2:23).

La sabiduría de Dios y la ‘sabiduría’ del hombre no son iguales; no son compatibles. En realidad, se oponen:

“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. ¿Dónde esta el sabio? ¿Dónde esta el escriba? ¿Dónde esta el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para lo gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1ª Corintios 1:18-25).

“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” (1ª Corintios 2:1-7).

A veces, oímos: “Toda verdad, es verdad de Dios”. Creo que en algún aspecto, esto puede ser verdad; pero la única ‘verdad’ que debemos conocer, es la ‘verdad’ que está en Cristo, la verdad revelada en la Palabra de Dios (Juan 17:17). Todas las otras ‘verdades’, son demandas de verdades que pueden ser verdaderas o no. Lo único que sabemos acerca de estas otras ‘verdades’, es que no son esencialmente verdades, pues Dios nos ha revelado todas las cosas “para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina…” (2ª Pedro 1:3-4).

La verdadera sabiduría que es “árbol de vida”, no viene de abajo; viene de arriba, de Dios. Demasiados cristianos tratan de llegar a ser sabios, leyendo fuentes seculares (no quiere decir que evitemos este tipo de lectura; pero no hacerlo para llegar a ser sabios). E incluso más cristianos aún, están leyendo libros y trabajos escritos por “expertos cristianos”, quienes apenas mascullan pensamientos seculares bautizados con terminología religiosa. Deseemos la sabiduría de Dios como un “árbol de vida” y busquémosla en la Palabra de Dios y perseveremos en ella, guardando Sus mandamientos. No persistamos en aquello que produjo la caída.

“Yo, la sabiduría, habito con la cordura, y hallo la ciencia de los consejos. El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco. Conmigo está el consejo y el buen juicio; yo soy la inteligencia; mío es el poder. Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra. Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan. Las riquezas y la honra están conmigo; riquezas duraderas, y justicia. Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; y mi rédito mejor que la plata escogida. Por vereda de justicia guiaré, por en medio de sendas de juicio, para hacer que los que me aman tengan su heredad, y que yo llene sus tesoros” (Proverbios 8:12-21).

La Sabiduría de Dios en Cristo y en Su Iglesia: Efesios 1 y 3

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:7-10).

“A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él; por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, la cuales son vuestra gloria” (Efesios 3:8-13).

La Sabiduría de Dios Revelada a Través de Israel: Romanos 9-11

Dios prometió a Abraham que en él, en su descendencia, todas las naciones de la tierra serían bendecidas (Génesis 12:1-3). Al parecer esto debió haber sucedido a través de toda la nación; pero la historia nos muestra claramente que la nación no estaría sujeta a Dios y que le resistirían y se rebelarían continuamente contra Dios. No fue a través de la descendencia plural) de Abraham que Dios bendijo al mundo, sino que a través de la descendencia (singular) de Abraham —Jesucristo.

“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3:16).

Y los “hijos de Abraham” no son solamente la descendencia física de Abraham (ver Romanos 9:6-13), sino que su descendencia espiritual:

“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:26-29; ver también Romanos 4).

No fue a través de la obediencia de la nación de Israel, que los gentiles llegaron a poseer las bendiciones de la descendencia de Abraham, sino que a través de su desobediencia:

“Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Romanos 11:30-32).

Mirando hacia atrás a la salvación que Dios proveyó en Cristo, a pesar y debido a la desobediencia de Israel, Pablo sólo puede asombrarse de la sabiduría de Dios para planificar tal cosa y llevarla a cabo:

“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Romanos 11:33-36).

La sabiduría de Dios excede a la del hombre e incluso a la imaginación del hombre. Dios provee aquello que ha prometido de las formas en que jamás nos imaginaríamos o incluso creeríamos si lo supiéramos de antemano. La sabiduría de Dios se puede ver en el tratamiento que le da a Israel.

La Sabiduría de Dios Revelada a la Iglesia, en Cristo: Efesios 1

En Efesios 1, Pablo señala el eterno propósito de Dios de reunir todas las cosas en Cristo. En el Antiguo Testamente, la venida de Cristo como el Mesías prometido, fue revelado en forma progresiva y con gran detalle. Esto comenzó con la promesa de salvación del pecado y la derrota a Satanás a través de la simiente de Eva (Génesis 3:15). Se hizo más evidente aún, en los pactos abrahámico (Génesis 12:1-3) y davídico (2 Samuel 7:14). En los Salmos (ej. Salmo 22) y en los profetas (ej. Isaías 52:13-53:12)., se dijo mucho más acerca del Mesías, hasta llegar a Miqueas 5:2, donde se nos dice Su lugar de nacimiento.

Dios prometió dar la salvación y promesas, no sólo a los judíos, sino que también a los gentiles. Prometió un Mesías: Un hombre, la simiente de Eva, de Abraham y de David; pero también Uno que fue el divino Hijo de Dios. Él profetizó la venida de Cristo, en quien Él sería rechazado y quien sufriría por los pecados de los hombres (Salmo 22; Isaías 52:13-53:12) y la llegada triunfal del Mesías para vencer a Sus enemigos (Salmo 2:7-9; 110). Estas promesas aparentemente contradictorias, hacen que todo el asunto del propósito de Dios, sea un misterio (por ejemplo, ver 1ª Pedro 1:10-12). Pero con la primera venida de Cristo, el misterio ha sido revelado Y ahora, tal como lo señala Pablo en Efesios 1, el asunto ha llegado a ser el enfoque que ha puesto en Cristo. Todo el propósito de Dios y Sus promesas, culminan en Cristo. Y ahora, en lugar de maravillarnos con el misterio del pasado, nos sobrepasa el asombro con la sabiduría de Dios para cumplir todo esto.

La Sabiduría de Dios se está Revelando a Través de la Iglesia: Efesios 3

El eterno propósito de Dios, es revelar Su sabiduría a los seres celestiales y también a Su iglesia. Todavía Dios está cumpliendo Su propósito, el que culminará con la segunda venida de Su Hijo y con el establecimiento de Su reino sobre la tierra. Cuando este propósito y programa se complete, se revelará todo el alcance de la sabiduría de Dios y esta sabiduría se revelará en una extensión tal, que proveerá el combustible para alabar y adorar a Dios por toda la eternidad.

¿No es una maravilla que la base para la alabanza eterna de toda criatura (terrenal y celestial), se haya estado formando durante miles de años? No nos sorprende que Dios se esté tomando Su tiempo para revelar y completar Su maravilloso plan decretado en la eternidad del pasado, el que en su culminación pone al descubierto Su sabiduría infinita.

Al pensar en este texto de Efesios 3, de pronto se me ocurre que Dios es similar a un asombroso escritor, productor y director, aún cuando no llevaría esta analogía tan lejos. En la eternidad pasada, se escribió el documento original y no ha habido otras ediciones. Su plan eterno fue formulado en Su bondad y en Su sabiduría. Los israelitas y los santos del Antiguo Testamento, fueron los actores del pasado y los santos (para no mencionar a todo el resto), son los actores de hoy. Incluso las huestes celestiales, incluido Satanás, están involucrados en este gran drama. Cada uno de sus actos, es una dispensación o, para los no dispensacionalistas, un trabajo adicional del plan de Dios. El Acto I comenzó con la creación de los huestes angelicales y terminó con la caída de Satanás. El Acto II comenzó con la creación del mundo y de la humanidad, comenzando con Adán y Eva. El Acto III comenzó con el llamado a Abraham. El Acto IV con el nacimiento de la nación de Israel en el Éxodo y el Acto V, con la primera venida de Cristo. El gran acto final, comienza con la segunda venida de Cristo.

El propósito de este largo drama, es la demostración de la gloria de Dios. En Efesios, Pablo habla del propósito de Dios como si Él estuviera trabajando en ese momento para desarrollar Su sabiduría a través de la iglesia. Cuando este acto o capítulo finalice, toda la creación, incluyendo a las criaturas celestiales, tendrán toda la eternidad para maravillarse de Su sabiduría y para alabarle y glorificarle.

¿No nos admiramos del porqué Dios se toma tanto tiempo en cumplir Sus promesas y en contestar nuestras oraciones? Se debe a que Su drama es bastamente mayor que nosotros y Él ha escogido tomarse miles de años para presentarlo a la audiencia cósmica. ¿Nos extrañamos del porqué no podemos comprender exactamente lo que Dios está haciendo, de cómo está usando las circunstancias menos comunes (incluyendo el pecado del hombre y su rebelión, la enfermedad, la muerte, la pena) para lograr Sus propósitos? Dios deja todo esto en el misterio, porque Él está creando y sosteniendo el interés de Su audiencia. Él, el gran autor, productor y director, está creando el suspenso adecuado para el momento de la gran conclusión del acto final. No se atreve a darnos más información porque al hacerlo disiparía la intensa curiosidad que tienen todos aquellos que están en el cielo, con viva atención (ver 1ª Pedro 1:12; 1ª Corintios 11:10).

¿No nos asombramos a veces del porqué Dios nos está sometiendo a pruebas de una forma tan privada y personal, de una forma tal que al parecer nadie se da cuenta, sino nosotros? ¡Nuestro pensamiento está errado! Existe, tal como el escritor de Hebreos nos informa, una “gran nube de sabiduría” (Hebreos 12:1) observándonos atentamente, incluso en este momento. Cuando soportamos las pruebas y desafíos de esta vida, sin saber como Job, por ejemplo, que se nos ha dejado con sólo una cosa en que confiar —Dios mismo. Cuando la vida simplemente no tiene sentido, debemos mirarlo a Él quien es el Autor y el Final de nuestra fe; a Él quien tiene un gran plan cósmico, un plan para revelar Su gloria y para cumplir con aquello que es bueno para Su pueblo. Debemos confiar en Él quien es absolutamente sabio y quien es también todopoderoso.

¡Que privilegio el nuestro de ser parte de este gran drama y de tener una parte en darle gloria a nuestro sabio Dios! Este asunto es hermosamente resumido por A.W. Tozer.

“Con la bondad de Dios para desear nuestro mejor bienestar, la sabiduría de Dios para planificarlo y con el poder de Dios para lograrlo, ¿qué nos falta? Ciertamente, somos los más favorecidos de todas las criaturas”20


17 A.W. Tozer. The Knowledge of the Holy (San Francisco: Harper and Row, Publishers, 1961), p. 66.

18 J.I. Packer, Knowing God, p. 80.

19 En Génesis 4:1, se nos dice que Adán ‘conoció’ a su mujer. Esto no habla del conocimiento intelectual, sino que un conocimiento personal, íntimo y experimental. Creo que ‘conocer’ el bien y el mal, es el conocimiento del mal que llega al experimentarlo.

20 A. W. Tozer, The Knowledge of the Holy (San Francisco, Harper and Row, Publishers, 1961), p.70.

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