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Where the world comes to study the Bible

El Diario del Pastor en la Red, Ed. Esp., Edición 5, otoño 2012

Un ministerio de…

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Autor: Dr. Roger Pascoe, Presidente,
Email: [email protected]

I. El Mensaje que Predicamos: El Mensaje De La Cruz

(1 Cor. 1:17-18)

Lo cierto es que ni la elocuencia ni la prominencia pueden eclipsar la influencia de la cruz. La cruz es el mensaje central que predicamos. De hecho, como lo indica el apóstol Pablo en 1 Corintios 1: 17-18, literalmente predicamos la “palabra” de la cruz, porque la cruz habla por sí. Por lo tanto, para nuestros propósitos, podríamos decir que el ministerio primario de cada predicador es proclamar el mensaje de la cruz.

El apóstol Pablo es claro cuando dice “…pues no me envió Cristo a bautizar” (1:17a). él no se iba a entrar en un concurso de popularidad en la iglesia en Corinto al ser el líder de un grupo selecto que él había bautizado. Su ministerio era “…predicar el evangelio” (1:17b, cf. Hechos 20:24b). Y nosotros también tenemos que asegurarnos de mantener la predicación del evangelio al frente y en el centro de nuestro ministerio.

Es fácil distraerse de nuestra tarea primordial, ¿no es verdad? Si estuviéramos más preocupados con el mensaje de la cruz y la verdad de la Biblia, hubiera menos debate sobre asuntos sin importancia, menos promoción de las opiniones personales, menos desunión en la iglesia, y más resultados para el reino de Dios.

Entonces, a medida que continuamos estudiando el tema de la predicación, primeramente, note que…

A. Nuestro ministerio es sobre predicar el evangelio.

Es sobre predicar el evangelio de tal forma que la cruz de Cristo sea prominente y efectiva. Para que la cruz sea prominente y efectiva en nuestra predicación, tenemos que predicar “no con sabiduría de palabras” (1:17c), no con ingenio de discurso, no con elocuencia influenciadora, no con palabras de sabiduría humana. O, como lo expresa Pablo en el siguiente capítulo, “ y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas…, sino con demostración del Espíritu y de poder para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (1 Cor. 2:2-5).

Nuestra predicación no es para ser con palabras que atraigan el pensamiento cultural o el punto de vista del mundo. La cultura griega de esos días amaba la filosofía (“sabiduría humana”), pero nuestro mensaje no está diseñado para atraer la moda filosófica de la cultura a nuestro alrededor. De hecho, nuestro mensaje es totalmente contracultural.

Nuestra predicación no es para que sea con palabras que impresionen el intelecto, ni palabras altisonantes, ni persuasivas, o argumentos inteligentes que impresionen o engañen la mente. Así nos es como se nos llama a predicar el evangelio, ya que ese enfoque corre el riesgo de hacer “la cruz de Cristo… vana” (17d) – de hecho, trabaja en contra del mensaje de la cruz y aleja a las personas.

Las palabras astutas solo menosprecian el mensaje de la cruz. Estas denigran el significado y propósito de la cruz. Trivializan el evangelio, invalidan la cruz de Cristo. Hacen que no tenga “ningún efecto.” Estas se llevan su poder inherente. Causan que pierdan importancia para las vidas de las personas. Presentan el evangelio de tal forma que no tiene impacto, haciéndolo sin sentido, inválido, vano, vacío.

Nuestro ministerio de predicación, por lo tanto, es primeramente predicar el evangelio. ¿Qué es el evangelio? En su esencia…

B. El evangelio es la palabra de la cruz.

“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” (1:18). Eso es lo que predicamos – “la palabra de la cruz.” La palabra de la cruz es el centro del evangelio, es Cristo crucificado (1:23). Pablo dice: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado” (1 Cor. 2:2)

Note que es la “palabra” de la cruz- no es el evento, ni la experiencia, no es la pasión, sino la “palabra” de la cruz. Es la “palabra de la cruz” porque la cruz habla. Eso es lo que predicamos – la palabra de la cruz.

1. Predicamos la palabra de la cruz porque ella declara la verdad sobre el pecado. La verdad sobre el pecado es que nos hemos rebelado contra la ley de Dios, nos hemos quedado cortos respecto al estándar de santidad de Dios, hemos fallado en la calificación de los requerimientos de Dios, somos por naturaleza pecadores incorregibles (por nacimiento) y práctica (por comportamiento).

La palabra de la cruz dice claro y fuerte, que somos enemigos de Dios debido a las malas obras (Rom. 5:10, Col. 1:21), que somos enemigos de la cruz de Cristo (Fil. 3:18). La palabra de la cruz expone la verdad sobre el corazón humano, que el “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso(Jer 17:9), que el corazón del hombre soltó toda su furia sobre Cristo en la cruz, que la ira del hombre fue lanzada sobre Dios mismo en la cruz, porque la cruz declara cuan inexpresablemente pecador es el corazón humano cuando la rebelión no se controla.

2. Predicamos la palabra de la cruz porque la palabra de la cruz da respuesta al pecado. A través de la cruz, recibimos el perdón de pecados (Ef. 1:7) – nuestros pecados son deshechos como niebla espesa (Isa. 44:22). A través de la cruz somos liberados del poder y castigo del pecado (Rom. 6:18,22). A través de la cruz Dios nos ofrece el regalo de la vida eterna (Rom. 6:23). A través de la cruz, nosotros, quienes éramos enemigos de Dios, tenemos “paz para con Dios” (Rom. 5:1). Somos reconciliados con Dios por medio de la cruz (Col. 1:20, 21). La palabra de la cruz nos da la respuesta al problema del pecado, porque en la cruz “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Cor. 5:21). A través de la cruz, Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gal. 3:13). Él llevó sobre sí mismo la maldición de nuestro pecado y murió en nuestro lugar, redimiéndonos así de la maldición del pecado.

3. Predicamos la palabra de la cruz porque la palabra de la cruz expresa el amor de Dios por los pecadores. Cuando Pablo vio lo que Dios había hecho en su vida, solo lo pudo atribuir al amor de Dios. En la cruz, él vio el amor de Dios expresado en toda su plenitud – el amor de Dios que “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom. 5:5). En la cruz, Pablo vio el amor de Dios del cual nada nos puede separar (Rom 8:39). El apóstol Juan lo pone de esta manera: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1 Jn. 4:10)

4. Predicamos la palabra de la cruz porque ésta transmite nuevo significado a la vida. En la cruz, Pablo recibió nueva vida en Cristo (Rom. 5:18-21, 6:23), y en la cruz Pablo sin lugar a dudas vio un nuevo significado para la vida, ya que hubo un tiempo en el que él estaba orgulloso de su herencia judía y celo religioso, pero luego él lo estimó todo como basura con tal de ganar a Cristo. Hubo un tiempo en el que él valoraba su posición terrenal y las posesiones sobre todo lo demás, pero luego él contaba todas esas cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, su Señor (Fil. 3:8).

En la cruz, Pablo fue un nuevo hombre en Cristo, ya que él dijo “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Cor. 5:17). Por medio de la cruz, él había sido llamado a andar “ en vida nueva” (Rom. 6:4). Entonces, la palabra de la cruz transmite nuevo significado a nuestras vidas.

5. Predicamos la palabra de la cruz porque ella declara la proximidad de Dios a nosotros. Él no está distante de nuestro dolor y sufrimiento, sino que Él ha hecho algo al respecto al proporcionarnos un Salvador. Él ha entrado a nuestro mundo de sufrimiento y pena y ha conquistado la muerte. Dios no está desconectado de la humanidad, sino que, en la cruz, Él se ha acercado a nosotros en todos nuestros conflictos y luchas. En la Cruz, Dios se ha acercado a nosotros al encarnarse en carne y sangre humanas para comunicarle una palabra de esperanza, paz, perdón, y reconciliación al mundo que añora su amor. ¡Es por eso que predicamos la palaba de la cruz!

Con Pablo declaramos: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” (Gal. 6:14).

Nuestro ministerio es sobre predicar el evangelio. El evangelio es la palabra de la cruz. Ahora miremos el efecto de esa palabra.

C. La palaba de la cruz divide al mundo.

“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1:18). La cruz de Cristo divide al mundo en dos grupos – los que están pereciendo y los que han sido salvados.

1. Para aquellos que están pereciendo, la palabra de Dios es “locura” (1:18a). ¿Por qué es locura para ellos?

(a) La palabra de la cruz es locura para ellos porque no creen el testimonio de Dios. Ellos conocen a Dios, dice Pablo, por medio del testimonio de la creación en la cual “… las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, … sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.”(Rom. 1:19-21).

Por eso están muriendo, porque ellos no creen en el testimonio de Dios, a pesar de la evidencia y a pesar de Su gracia al manifestárseles claramente en la creación. Ellos prefieren creer en la evolución o en cualquier otra filosofía humana a creer en Dios. Así es como están los incrédulos determinados al negar a Dios que los hizo.

Para los que están pereciendo la palabra de la cruz es locura porque ellos no creen el testimonio de Dios, y …

(b) La palabra de la cruz es locura para ellos porque no entienden la verdad de Dios (cf. 1 Cor. 2:14). Para la mente natural todo el concepto de la cruz no tiene sentido. ¿Cómo podría pagar una persona por el pecado de otra? ¿Cómo podría Dios nacer de una virgen y volverse un hombre? ¿Cómo podría el Hijo de Dios murió en una cruz por nuestros pecados? Tales conceptos son locura para aquellos que se pierden. Pero esa es la manera como Dios escogió salvarnos: “,agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1:21). En otras palabras, precisamente porque la salvación de un alma a través de la cruz es locura para la mente natural, eso solo puede ser la obra de Dios.

Entonces, la palabra de la cruz para aquellos que están perdiéndose es locura (a) porque ellos no creen el testimonio de Dios, (b) porque no entienden la verdad de Dios, y …

(c) La palabra de la cruz es locura para ellos porque no confían en la manera de Dios de hacer las cosas. La manera de Dios es escoger las cosas locas del mundo para humillar a los sabios (1 Cor. 1:27), como Naamán (2 Reyes 5) y la serpiente en la asta (Num. 21). El hombre nunca puede encontrar a Dios solo con su propio conocimiento, ya que su descubrimiento es una ocurrencia sobrenatural que solo Dios puede generar. Sin la iluminación del Espíritu, la persona natural – como Félix (Hch. 24:25), Festo (Hch. 26:24), y Agripa (Hch. 26:28)- nunca puede entender la verdad y las maneras de Dios. Estos eran hombre inteligentes y alta posición, pero ninguno de ellos creyó la verdad o confió en las maneras de Dios.

Dios tu “…escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños.” (Luc. 10:21, 1 Cor. 1:19). También lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,” (1 Cor 27-28). Entonces, “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;” (1 Cor. 1:26). La mente no iluminada por el Espíritu de Dios no puede entender la palabra de la cruz y la voluntad no controlada por el Espíritu de Dios se rehúsa recibirla (1 Cor. 2:14). La salvación es un acto exclusivo de Dios, el propósito y el resultado de esto es que “a fin de que nadie se jacte en su presencia.” (1 Cor.1 :29).

Las malas noticias es que para aquellos que se pierden la cruz es locura y entonces ellos voluntariamente rechazan el mensaje. Jesús dijo: y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” (Jn. 5:40). Juan el Bautista dijo: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” (Jn. 3:36, cf. Jn. 5:12). Entonces, abandonados a sí mismos, la palabra de la cruz es locura para aquellos que se pierden. Esas son las malas noticias. Pero ahora viene la buena noticia…

2. Para aquellos que se salvan, la cruz es “poder de Dios” (1:18b). La buena noticia es que Dios ama a los que se están perdiendo. “…, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Ped. 3:9, cf. Jn. 3:16). Es por eso que predicamos la palabra de la cruz – porque es una palabra que trae buenas noticias a aquellos que se salvan.

La Salvación se dice que es pasada, presente y futura. Hemos sido salvos por fe en Cristo y la cruz. Somos salvos a través de la santificación progresiva, siendo hechos más como Cristo. Seremos salvos cuando seamos glorificados y tengamos nuevos cuerpos. Aquí, Pablo está hablando sobre nuestro estado presente al “ser salvos.” Aquellos “que están siendo salvados” son los que han abrazado a Cristo y la cruz, aquellos cuyos pecados son perdonados y, así, son guardados de la ira de Dios, aquellos que cuidan su salvación con temor y temblor (Fil. 2:12), aquellos que están en el viaje hacia el cielo, aquellos que conocen “el poder de Dios” en la cruz. “Porque el poder del evangelio” dice Pablo en Rom 1.:16, “es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”.

Para nosotros “los que se salvan” el mensaje de la cruz es “poder de Dios” (a) porque a través de él hemos recibido el perdón de pecados - ¡eso es poderoso!, (b) porque a través de él hemos sido reconciliados con Dios - ¡eso es poderoso!, (c) porque a través de él hemos sido trasladados del reino de oscuridad al reino de luz -¡eso es poderoso!, (d) porque a través de él hemos sido transformados de estar “muertos en delitos y pecados” a estar “vivos con Cristo” (Ef. 2:5) - ¡eso es poderoso!, y (e) porque él nos ha acercado a Dios cuando estábamos lejos de Él (Ef. 2:13) - ¡eso es poderoso!

Es por eso que predicamos la palabra de la cruz – porque es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.” Nuestro ministerio se trata de predicar el evangelio. Recuerda nuestra tesis, que el ministerio principal de todo predicador es proclamar el mensaje de la cruz.

Alabado sea Dios por la palabra de la cruz. Ella es “… poder de Dios, y sabiduría de Dios.” (1 Cor. 1:24). Es la Buena noticia de nuestra salvación por gracia a través de la fe (Ef.2:8). Proclamémoslo con poder. Como lo expresó el escritor del himno: A la vieja cruz escarpada, siempre le seré fiel, Su vergüenza y reproche con mucho gusto llevaré"

Nuestro ministerio principal es predicar la palabra de la cruz, porque “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Cor. 1:21). De esto se trata la gran comisión – “predicar el evangelio a toda criatura” (Mr. 16:15). El apóstol Pablo pudo decir: “todo lo he llenado del evangelio de Cristo.” (Rom. 15:19). ¿Puedes tu decir lo mismo?

No debemos nunca retroceder en nuestra misión de predicar la cruz. Que esto sea el sello de nuestro ministerio. Cuando hoy muchos (aun los que se hacen llamar evangélicos) están debilitándose y rindiéndose, nosotros debemos “aferrarnos a esa vieja cruz” que en un día venidero “cambiaremos por una corona”.

II. Liderazgo: Ser un Modelo A Seguir Devoto “Ser de Ejemplo Personal en Pensamiento, Palabra, y Hechos”

Llegamos al último de los nueve aspectos de mostrar un carácter devoto a otros. En ediciones anteriores de este Diario del Pastor, hemos mirado en cómo ser un ejemplo de compromiso, constancia, confianza, consagración, compasión, competencia, conducta y conversación. Por último, vamos a mirar ahora lo que significa…

Ser Un Ejemplo En Carácter.

Las credenciales parecen haber tomado el lugar del carácter en nuestra cultura – lo que sabes y puedes hacer han reemplazado a quién eres. Desafortunadamente, pocas iglesias parecen estar enfocadas en el carácter piadoso cuando buscan por lideres ministros, candidatos a pastorales, etc.

¿Qué es “carácter”? el carácter tiene que ver con tus valores, ética, estándares, metas, rectitud. El carácter es tu base inamovible cuando las cosas se ponen duras o cuando la tentación te ataca. El carácter es quién eres cuando nadie te ve. El carácter cristiano tiene que ver con la santidad, rectitud, la piedad.

El ministerio cristiano exige el desarrollo de un carácter piadoso y aun así el ministerio a menudo parece obstaculizarlo. A menudo las presiones para “hacer” sobrepasan y pesan mucho en nuestra necesidad y deseo de “ser”. Hay una brecha entre nuestro caminar con Cristo y nuestro trabajo para Cristo. El tiempo que invertimos en ejecutar el ministerio excede el tiempo que invertimos en desarrollar nuestra espiritualidad y carácter. Pero esto último debe preceder a lo anterior, “ser” viene antes del “hacer”. Si no eres quien Dios quiere que seas, no puedes hacer lo que Dios quiere que hagas. De ahí la calificación del carácter para los ancianos y diáconos (1 Tim. 3:1-13, Tit. 1:6-9).

Necesitamos trabajar conscientemente en ser como Cristo. Eso no pasa por que están en el ministerio o porque eres un líder de la iglesia o profesor de la Biblia. El carácter devoto surge de pasar tiempo con Dios. No hay substituto para esto. Es por eso que el ajetreo es tan destructivo para la efectividad en el ministerio. El ajetreo es probablemente uno de las piezas maestras de ataque de Satanás a la iglesia, a nuestro ministerio. Si Satanás puede debilitar nuestra relación con el Señor, él ha debilitado nuestro ministerio y el impacto que podemos tener para Dios. Los discípulos pasan tiempo con su líder y maestro (cf. Mr. 3:13-14).

Desarrollar el carácter es el resultado de ser un ejemplo en compromiso, consagración, consistencia, confianza, compasión, competencia, conducta, y conversación. Nuestro carácter es ser una expresión del carácter de Cristo“… hasta que Cristo sea formado en vosotros,” (Gal. 4:19). La manera en que vivimos (lo que hacemos) y lo que somos (nuestros valores) han de reflejar la manera como Cristo vivió y quién es él. Así, hemos de ser la presencia de Cristo en la tierra. Solo podemos reflejar el carácter de Cristo si lo conocemos a él íntimamente. Por eso, el apóstol Pablo dice, “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:2). Se Cristo céntrico, vive sometido al Espíritu Santo y a la imagen de Cristo. ¿El fruto del Espíritu es evidente en tu vida (Gal. 5: 22)? ¿estás teniendo la imagen de Dios en tu vida? ¿Eres conocido por tu carácter y conducta devota, como hospitalario, amable, humilde, manso, santidad, dominio propio? ¿eres “irreprensible” (1 Tim. 3:2) en tu reputación? O, ¿eres conocido como alguien que vive para satisfacer los deseos de la carne (Gal. 5:19-21)?

Cuando la prueba viene en tiempos de presión y dificultad, el carácter piadoso y los valores bíblicos te van a diferenciar y mantenerte en el curso, para que así tomes las decisiones correctas con las razones correctas.

Hay cuatro áreas del carácter en particular que son vitales para el ministerio y el testimonio cristiano…

1. Integridad. La integridad es franqueza, honestidad, rectitud, imparcialidad. ¿Por qué el apóstol Pablo nos instaba diciendo: Ten cuidado de ti mismo” (1 Tim. 4:16)? Porque uno no puede dirigir a otros a la fe o llevar al pueblo de Dios a la adoración o interceder por otros o instruir adecuadamente a otros, a menos que su propia vida sea recta, limpia, honesta, abierta. Un líder cristiano tiene que tener integridad. Tu vida entera tiene que mantenerse unida – sin brechas, sin inconsistencias, sino unida como un todo.

La integridad nunca va a tomar decisiones que le agraden a la gente sino a Dios (Ef. 6:6-7), Col. 3:22-23), 1 Tes. 2:4). La integridad hace lo que es correcto, no importa el costo. La integridad nunca estará atrapada en un conflicto de intereses. Eso podría significar rechazar el amable intento de alguien a que estés en deuda con esa persona. La integridad va de la mano con la sinceridad- no es ser falso sino transparente, no es ser hermético sino abierto, no es ser engañoso sino directo.

2. Valores (ética). Fijar altos estándares. Establecer un Código ético. Definir tus valores. ¿Qué cosas son importantes para ti? ¿Qué doctrinas son importante para ti? ¿Qué tipo de vida e ideas son importantes para ti y cuáles no negociarás ni comprometerás? En otras palabras, ¿Cuáles son tus valores fundamentales?

Tus valores son definidos mayormente más claramente por tus acciones. ¿En qué gastas tu dinero? ¿En qué gastas tu tiempo? ¿Quiénes son tus amigos? ¿De qué hablas? ¿Qué es lo que piensas? ¿Por qué causas arriesgarías tu empleo? ¿Por qué causas irías a prisión?

3. Valor. El valor es hacer lo que es correcto, aún ante la presión y oposición, la crítica, o el fracaso. Recuerda: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tim 1:7). El liderazgo cristiano no es fácil. Requiere ser coraje.

Requiere tener el valor de tomar decisiones difíciles, hacer lo que es correcto sin importar las consecuencias. Claramente, buenas decisiones hechas dependiendo de Dios es el distintivo de un buen líder espiritual- como Abraham durante la crisis de Sodoma y el rescate de Lot (Gen. 14:14f), como Moisés cuando decidió renunciar a los placeres y poder de Egipto (Heb. 11:24-26), como Pablo en la tormenta (Hch. 27).

Siempre que te enfrentes a una encrucijada, serás un ejemplo de sea valor o cobardía. David fue un ejemplo de valor cuando enfrentó a un león y un oso cuando estaba cuidando las ovejas. Mas tarde, David demostró ese mismo valor cuando se enfrentó a Goliat. Jonás, sin embargo, fue un ejemplo de cobardía. Él tomó la decisión equivocada y fue en la dirección contraria. Aun así, Dios lo restauró y lo usó con valentía. Daniel fue un ejemplo de valor, experimentando un horno ardiente en vez de comprometer su fe en Dios.

Se requiere de valor para tomar decisiones duras y se requiere de valor para tratar con situaciones difíciles, para enfrentar obstáculos y ataques de otras personas de Satanás. Se requiere de valor para manejar la crítica y la oposición. Se requiere de valor para predicar cuando has sido evidentemente criticado por personas durante la semana. Dios le dijo a Jeremías: “Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos. Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra(Jer. 1:17-19).

Nuestro valor para afrontar la crítica y la oposición viene del Señor. La crítica es el peor enemigo para agotarte. Ella amplifica tus inseguridades, te desvía la mirada de tu labor y de ti mismo, agota tu energía y entusiasmo, te hace estar a la defensiva, te aísla.

Es por eso que la crítica destructiva, negativa es una herramienta de Satanás. Creo en la corrección bíblica, en la reprensión, y en la exhortación (2 Tim. 4:2), pero la crítica destructiva no está en la lista aquí. La crítica usualmente sobre lo que no le gusta y no quiere la gente, no sobre lo que honra a Dios o beneficia a su pueblo. La crítica puede distorsionar tu punto de vista del ministerio y de las personas a las que ministras.

Se requiere de valor para perseverar en tiempos de desánimo espiritual, para mantenerse cuando piensas que eres un fracaso, cuando trabajas duro, pero parece que nadie escucha o responde.

4. Humildad. La humildad cristiana se refleja en la fiabilidad, la amabilidad, y la humildad del servicio. Es la actitud de Juan el Bautista cuando comparándose con Jesús dijo, “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.” (Jn. 3:30). Paulo lo expresa así: “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios(1 Cor. 15:9, cf. Ef. 3:8, 1 Tim. 1:15). La advertencia de Pablo para nosotros es, “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil. 2:3).

Es fácil volverse orgullo en el ministerio, particularmente si hay señales externas de éxito en términos mundanos (como el aumento en los número o nuevas construcciones). Predicar, particularmente, puede ser una experiencia que conlleve orgullo, especialmente cuando las personas afirman tu don. Estamos en problemas en el momento en que comenzamos a creer que es por nosotros (nuestras credenciales o méritos). “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (St. 4:6, 1 Ped. 5:5). “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Ped. 5:6). Cuando sea tiempo, Él te exaltará- no tú mismo.

Conclusiones Sobre El Carácter (tomado de John MacArthur, Rediscovering Pastoral Ministry (Redescubriendo el Ministerio Pastoral), 95-101). Note cinco rasgos del carácter a ser evitados (Tit. 1:7-8): (1) No ser obstinado (generalmente esta es la característica subyacente de la crítica), (2) no ser irascible, (3) no ser dado al vino, (4) no ser violento, (5) no codiciar el dinero. Y luego siete rasgos del carácter a ser adoptados (Tit. 1:8-9): (1) Hospitalario, (2) amante de lo que es bueno, (3) sobrio (sensible), (4) justo, (5) santo, (6) dominio propio, (7) retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada.

Desafío final: ¿Qué tipo de modelo a seguir eres? ¿Cuándo otros te ven, qué ven? – un ejemplo en compromiso, consistencia, confianza, consagración, compasión, competencia, conducta, conversación y carácter? ¿Ven santidad, oración? Y cuando te examinas a ti mismo ¿qué ves?

III. Boceto de Sermón

Hasta el momento, he publicado en este diario una serie de sermones del evangelio de Juan concernientes a las obras sobrenaturales de Jesús (milagros):

1. Juan 2:1-11, Transformando el agua en vino: Lo mejor está por venir

2. Juan 4:46-54, Sanando al hijo del noble: Lo extremo para nosotros es la oportunidad de Dios

3. Juan 5:1-47, Sanando al paralítico: Saliendo de tu Betesda.

4. Juan 6:1-14, Alimentando a los cinco mil: ¿Cuán grande es tu dios?

5. Juan 6:16-21, Jesús caminando sobre el agua: Redescubriendo a Jesús.

6. Juan 9:1-41, Un hombre llamado Jesús.

Ahora, hay un esbozo para la séptima obra sobrenatural final registrada por Juan…

Título: Las Demoras de Dios No Son Necesariamente Un No (Juan 11:1-44)

Asunto: La resurrección de Lázaro de los muertos

Tema: Cuando golpea la crisis, Dios no siempre responde inmediatamente

Punto #1: A veces Dios se tarda para mostrarnos…

a) … su amor (1-3)

b) … su gloria (4-6)

c) … sus propósitos (7-16)

Punto #2: A veces Dios se tarda para enseñarnos…

a) … la verdad sobre sí mismo (17-27)

b) … la verdad sobre nosotros (28-37)

c) … la verdad sobre la fe en Él (38-44

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