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Where the world comes to study the Bible

El Diario del Pastor en la Red, Ed. Esp., Edición 3, primavera 2012

Un ministerio de…

Autor: Dr. Roger Pascoe, Presidente,
Email: [email protected]

I. Predicar: ¿Cuál Es Nuestra Responsabilidad?
“Los Fundamentos Espirituales Y Bíblicos Para Predicar”

Hasta el momento en estas series sobre la predicación hemos discutido (1) “Predicar: ¿Qué es?” y (2) “Predicar: ¿Por qué lo hacemos?” En esta edición vamos a explorar “Predicar: ¿Cuál es nuestra responsabilidad?” Como predicadores, nuestra responsabilidad principal, en términos simples, es “predicar la palabra.” Tenemos la responsabilidad de proclamar un mensaje de la Palabra de Dios a las personas en este lugar y en este tiempo y proclamarla con exactitud, claridad, y convicción.

2 Timoteo 4:1-5 contiene las últimas palabras del apóstol Pablo sobre nuestra responsabilidad de predicar hasta que Jesucristo regrese. Son probablemente las afirmaciones más claras en la Escritura sobre predicarle al Mundo:

“1 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.5 Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.”

¿Qué nos enseña este pasaje sobre la tarea de predicar? Nos enseña seis principios importantes:

1. La Predicación Bíblica Es Una Responsabilidad Seria (4:1). Primero, el predicador es responsable ante Dios- es así de serio. “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo” (1a). El encargo de Pablo a Timoteo concerniente a sus responsabilidades como predicador está expresado en el tono y contexto más serio y solemne. La Predicación se debe llevar a cabo con la total consciencia de que se hace “…delante de Dios y del Señor Jesucristo” – ellos son nuestra audiencia y jueces principales.

Segundo, el predicador es responsable ante Dios – es así de serio. “…que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino” (1b). En la segunda venida de Jesús, cada creyente dará cuenta de sí mismo ante el tribunal de Cristo. (2 Cor. 5:10; 1 Cor.3:13-15).

Predicar tiene impacto, implicaciones, y consecuencias en el reino, tanto para el predicador como para los oyentes. La manera como prediquemos y sirvamos al Señor impactará nuestra recompensa en el reino de Cristo. Y cómo prediquemos tiene implicaciones para los oyentes: ¿Que oyeron? ¿Cómo respondieron?

El predicador es responsable, primero que todo, ante Dios por su tarea. Por lo tanto, no seas influenciado por la oposición a la verdad o los deseos y opiniones de tus oyentes. Dios no nos mandó a complacer a nuestras congregaciones sino a que ¡“prediques la palabra”! Recuerda, nuestra prédica será evaluada en el tribunal de Cristo concerniente a si lo que dijimos fue verdad y exacto y digno de una recompensa del reino.

La predicación tiene una perspectiva escatológica. Es esta perspectiva escatológica la que hace a la predicación una responsabilidad tan seria. La responsabilidad para los fieles actuales en la predicación es una, pero la idea de que tenemos que dar cuenta por lo que predicamos y cómo lo hacemos ante Dios y el Señor Jesús Cristo en su venida es otra cosa – Es algo serio.

Lo anterior debería hacernos parar y considerar lo que predicamos y cómo lo hacemos. Esta responsabilidad solemne debería estimularnos a ser totalmente conscientes y transparentes en nuestra responsabilidad y rendición de cuentas como predicadores. Entonces, ¿Cómo está tu sentido propio de responsabilidad y rendición de cuentas? Quizá el hambre espiritual en nuestro país es debido, en parte, a la falta de disciplina de los predicadores en el estudio de la Palabra y su consecuente inefectividad en el púlpito.

2. La predicación Bíblica tiene un contenido inspirado (4:2a): “Predica la Palabra!” Podrías pensar que es redundante exhortar a un ministro a predicar la Palabra. Pero Timoteo era tímido por naturaleza, era joven, y enfrentaba oposición – tres buenas razones por las cuáles necesitaba esta exhortación.

Siempre es bueno que se nos recuerde que la autoridad y el poder para nuestra predicación no es nuestro carisma personal, ni nuestra edad, tampoco la aceptación de nuestro mensaje. Siempre es la Palabra de Dios inspirada (2 Tim. 3:16) aplicada por el Espíritu de Dios y comunicada por medio del siervo de Dios por el regalo espiritual que Dios nos ha dado, cuyo don se nos insta a “avivar” (2 Tim. 1:6).

La palabra de Dios constituye la base, el contenido, y el foco de la predicación bíblica. Nuestra responsabilidad es (1) “usar bien la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15), y (2) “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.” (2 Tim. 1:13-14). Esa es nuestra responsabilidad y mandato – predicar la Palabra de Dios inspirada en verdad y en amor.

3. La predicación bíblica es una ocupación continua (4:2b): “Que instes a tiempo y fuera de tiempo.” Estate preparado sea conveniente o inconveniente – en todas las ocasiones, a cualquier y toda hora. Prepárate para cualquier horario, pre establecido, tradicional (“a tiempo”) así como para cualquier horario no programado, o fijado de manera informal (“fuera de tiempo”). En otras palabras, aprovecha cualquier ocasión que se te dé para predicar la Palabra. Se como el apóstol Pablo quien aprovechaba cada oportunidad para predicar y creaba oportunidades para predicar (p.ej. Hechos 16:16-34, 19:9).

De igual manera, Jesús tomó oportunidades para predicar (p.ej. en el centro de la vida religiosa en el día de reposo) y creó oportunidades (p.ej. el Sermón del Monte, desde un bote de pescadores, al lado de un pozo, en las sombras a Nicodemo). Él predicó la Palabra de manera continua y así debemos hacerlo nosotros.

4. La predicación bíblica es un mandato integral (4:2c): “Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.” Este es el espectro total de la responsabilidad del predicador. Cuando predicas, asegúrate de que tu sermón contenga estos tres ingredientes esenciales…

Predicamos la Palabra para corregir (reprobar). Esto tiene que ver con la mente. Reprobar significa confrontar con la verdad a aquellos que retienen el error, u opiniones contrarias, o falsas enseñanzas. El propósito de tal roprobación es…

a) Redargüirlos de su error. Jesús dijo que cuando el Espíritu Santo viniera él “convencería al mundo de pecado…” (Jn. 16:8) – misma palabra.

b) Convencerlos de la verdad – éste es el contexto de 2 Timoteo.

c) Cambiar sus mentes de falsas doctrinas hacia la verdad por medio de un argumento o un fuerte llamado.

Tiene el sentido de refutar y corregir el error (sea doctrinal o práctico) con la verdad bíblica. Entonces, predicamos la Palabra para corregir a aquellos que están en error y segundo…

Predicamos la Palabra para reprender. Esto tiene que ver con la voluntad. Reprender significa...

a) Reprender a aquellos que se oponen o están en rebelión, a aquellos que se rehúsan a escuchar (en contraposición a aquellos que están en error, pero están dispuesto a ser corregidos), con una perspectiva para que cambien sus caminos.

b) Amonestar a alguien con una perspectiva que le provoque arrepentimiento y obediencia a la verdad.

c) Hablar en contra de algo que está mal.

d) Resistir, disciplinar, desaprobar, censurar.

e) Advertir para prevenir una acción o enseñanza.

Cuando es necesario, el predicador debe reprender (amonestar) a las personas descarriadas o rebeldes, a aquellos que no escuchan o se rehúsan a ser enseñados, así como Jesús reprendió a los demonios (Marcos 3:12, 8:33 etc.) – misma palabra.

La reprensión aborda desde la Palabra, que es nuestra autoridad definitiva para la fe y para practicar, asuntos morales, espirituales, sociales, políticos, del medio ambiente, raciales, y económicos de nuestro diario vivir. Predicar esos regaños, reprensiones, y reproches da lugar a que la conciencia de ambos, el pecador y el santo, sea consciente de su pecado y error con miras al arrepentimiento. La convicción de pecado seguido del arrepentimiento es el pre requisito para el avivamiento.

Entonces, predicamos la Palabra para corregir a los que están en error. Predicamos la Palabra para reprender a aquellos que están en rebelión u oposición. Y tercero…

Predicamos la Palabra para exhortar. Esto tiene que ver con el corazón. Exhortar significa…

a) Alentar a alguien con miras a motivarlos.

b) Consolar y suplicar (atraer) con firmeza.

c) Reforzar, construir – en este contexto, reforzar por medio de ser instruido en la Palabra.

Par llevar a cabo cualesquiera correcciones que sean necesarias, el predicador tiene que reforzar la congregación, al instarles a cumplir, y ser obedientes a la verdad que él les ha enseñado y que ellos ya saben. Tal predicación (corrigiendo, reprendiendo, y exhortando) necesita ser ejercida “con toda paciencia y doctrina” basada en la sólida verdad de la Palabra.

Estos son tres ingredientes esenciales de la predicación bíblica: (1) Predicamos la Palabra para corregir a aquellos que están en error, (2) Predicamos la Palabra para reprender a aquellos que están en oposición, (3) Predicamos la Palabra para exhortar a aquellos que escuchan y aprenden y cambian.

5. La predicación bíblica proclama un mensaje impopular (4:3-4): 3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.”

La advertencia a Timoteo (y a todos los predicadores) es que vendrá el tiempo cuando la gente no soportará la sana doctrina, en particular a medida que la segunda venida de Jesús se aproxima. ¿Por qué? Porque este mensaje correctivo y convincente no encaja con “sus propios deseos (egocéntricos).” Simplemente las personas no querrán oírlo, prefiriendo las fabulas a la verdad. ¿no estamos viendo todo esto hoy en día en nuestra sociedad posmoderna?

6. La Predicación Bíblica Implica Un Ministerio Exigente (4:5): “Pero Tú Sé Sobrio En Todo, Soporta Las Aflicciones, Haz Obra De Evangelista, Cumple Tu Ministerio.”

Es Exigente Porque Tienes Que Ser Sobrio (Estar Alerta) En Todo” – Moralmente Alerta, Mentalmente Alerta (Mente Clara), Espiritualmente Alerta, Constantemente Consciente De Aquellas Cosas Que Enredarán Tu Travesía O Te Harán Tropezar. No Te Enredes En Argumentos Sin Sentido Sino Limítate A La Palabra De Verdad Pura.

Es exigente porque tienes que estar dispuesto a “soportar aflicciones.” La predicación bíblica a menudo confronta al predicador con aflicciones, sean estas oposiciones, críticas, o incluso persecución. No debemos estar preocupados por nuestra reputación o popularidad, sino enfocados en vivir y predicar la verdad de Dios.

Es exigente porque tienes que “hacer la obra de evangelista.” Esto es exigente si, como Timoteo, no tienes el don de evangelista. Hacer el trabajo de un evangelista implica dos aspectos:

a) Una proclamación clara del evangelio de Jesucristo.

b) Una invitación persuasiva a confiar en Cristo como Señor y Salvador (1 Tim. 1:15).

John Stott dijo: “Nunca debemos hacer un llamado sin antes hacer primero la proclamación…Los hombres deben entender la verdad antes de que se les pida responder a ella… (Por otro lado) no debemos nunca hacer la proclamación sin hacer un llamamiento” (John R. W. Stott, The Preacher’s Portrait -El Cuadro Bíblico De Un Predicador-, 48-50).

Es exigente porque tienes que “cumplir tu ministerio.” Trabaja hacia el objetivo de tener un ministerio cumplido. Perdura hasta el final de tu ministerio. Cumple cabalmente tus obligaciones. No dejes nada suelto. No te rindas. No seas vencido. Sigue adelante hasta que puedas decir, “he acabado mi carrera” (2 Tim. 4:7).

Comentarios Finales: Esta carga para nosotros los predicadores supone un conocimiento de las Escrituras y una convicción sobre ellas. Es una carga solemne y una gran responsabilidad: " Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino…que prediques la palabra… Redarguyas, reprendas y exhortes.” Esta carga permanece hasta hoy. Fallamos en nuestra tarea divina si no predicamos con el mismo sentir de responsabilidad y sentido de redición de cuentas.

II. Liderazgo: Ser Un Modelo A Seguir Devoto “Ser De Ejemplo Personal En Pensamiento, Palabra, Y Hechos”

Hasta ahora in esta serie sobre “Ser un Modelo a Seguir Devoto” hemos visto sobre ser un ejemplo en compromiso, consistencia, y confianza. Continuemos este estudio considerando lo que significa ser un ejemplo de consagración, compasión, y competencia.

Ser Un Ejemplo En Consagración. Mira las referencias siguientes…

Jeremias1:5, “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué (te consagré), te di por profeta a las naciones.”

Hechos 13:2, “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.”

Hechos 6:3, “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.” – es decir, conságralos para esta labor; que esta labor sea su enfoque.

Gálatas 1:15, “Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia.”

Ser consagrado es ser dedicado al Señor, ser apartado para Su servicio, estar dedicado exclusivamente a Dios. Entonces conságrate al trabajo del Señor en pensamiento, palabra, y hechos.

El apóstol Paulo dijo: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe,” (Fil. 2:17). Eso es lo que significa ser consagrado al evangelio, ofrecerse a Dios como sacrificio y para su servicio.

Ser Un Ejemplo De Compasión. El apóstol Paulo refuerza su estándar en otros lugares….

1 Timoteo 4:12, “Sé ejemplo de los creyentes... en amor.”

1 Tesalonicenses 2:7, “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos...los exhortamos y confortamos y cargamos a cada uno de ustedes como un padre hace con sus propios hijos.”

Los líderes cristianos debemos aprender a ser compasivos en nuestras casas, nuestras iglesias, en nuestros lugares de trabajo. Necesitamos cuidar a aquellos que están enfermos, desalentados, enfrentando tentaciones, y otras dificultades.

Ora por ellos cuando estés con ellos o incluso cuando hables con ellos por teléfono. Este es un acto de compasión pastoral muy poderoso.

Se sensible a las necesidades e idiosincrasias de la gente. El amor y la ayuda a menudo tienen resultados más duraderos que los sermones y las reprensiones o la acerbidad. Construye relaciones con lo que hablas y con la manera como actúas. Joe Stowell escribe: "El amor está en el corazón de lo que significa ser un pastor… El amor es la llave para las buenas relaciones, y las buenas relaciones son indispensables para el liderazgo efectivo” (Shepherding the Church -Pastoreando la Iglesia, 180).

Los pastores cuidan al rebaño, no a ellos mismos. Aquellos que se cuidan a sí mismos son falsos pastores (Ezequiel 34). Los pastores verdaderos cuidan y alimentan al rebaño.

El amor es la llave que conecta al líder con los seguidores. El amor verdadero es el modelado por Jesús. No depende de las circunstancias, o de la respuesta de los seguidores, o de cómo se siente el líder, o de cómo ha sido tratado. El amor verdadero es incondicional y sacrificial (cf. Jn. 13:1-17)

Ser Un Ejemplo de Competencia. Ser un ejemplo de competencia involucra sabiduría, capacidad divina, y habilidad…

Hechos 6:3, “…llenos de…sabiduría.” Esta fue la primera área de competencia.

1 Timoteo 1:12, “Doy gracias al que me fortaleció (me hizo competente), a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, …”

Éxodo 18:21, “escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad…”

Primero, la competencia para el ministerio requiere dones espirituales del Señor. Solo Dios nos da la habilidad de servirle efectivamente. Solo el Señor distribuye dones a los individuos para el beneficio de la iglesia (Efe. 4:7ss.). A todos se nos ha dado dones espirituales, pero no todos tenemos los mismos dones. La competencia requiere que sepamos cuáles son nuestros dones y cómo usarlos en el ministerio.

Si ministramos en maneras en las que no tenemos el don, (1) no funcionaremos competentemente, (2) nos frustraremos con el ministerio porque estaremos tratando de hacer tareas para las que somos inadecuados, y, como resultado, otros se frustrarán junto con nosotros por causa de nuestra evidente falta de competencia, (3) gastaremos energía y tiempo por la ineficiencia, y (4) no seremos fructíferos en nuestro ministerio.

1 Corintios12 y Romanos 12 enumeran ciertos dones espirituales. Estos no son todos los dones, pero representan una buena cantidad de ellos. Romanos 12 enumera siete dones:

1. Profecía – la habilidad de aplicar la Palabra de Dios y, por lo tanto, declarar lo que Dios piensa sobre una situación en particular.

2. Servicio – la habilidad y deseo activo de ayudar a otros de manera espontánea.

3. Enseñanza – la habilidad de explicar las verdades de la Escritura en maneras que la gente las pueda entender.

4. Exhortación – la habilidad de motivar a otros en su vida spiritual y en su Desarrollo, la habilidad de instar a las personas a progresar, a continuar, a apelar a que las personas respondan.

5. Repartir – la habilidad y deseo activo de compartir nuestros recursos con otros que lo necesitan.

6. Liderar – la habilidad de dar guía y organización a un grupo de personas para que ellos completen la tarea encomendada.

7. Misericordia – la habilidad de empatizar con otros (particularmente con aquellos que están pasando por tiempos difíciles) y de comunicarles el amor de Cristo.

La mayor efectividad la tenemos cuando estamos trabajando en el contexto de nuestros dones” (Stowell, 312) ya que, al hacerlo así, estamos trabajando dentro de la esfera de, y de acuerdo con, las habilidades que Dios nos ha dado.

Asegúrate de saber cuáles son tus dones. No es difícil darse cuenta cuál es tu don espiritual. No necesitas llenar un formulario o pasar por algún tipo de análisis profesional. Formúlate algunas preguntas simples:

1. ¿Por qué te apasionas y qué te produce placer?

2. ¿Qué te emociona hacer?

3. ¿En qué estás dispuesto a gastar energía y tiempo?

4. ¿Qué produce los resultados más eficientes y abundantes?

5. ¿En qué te afirman y animan otros?

6. ¿Qué te hace sentir más pleno ante el Señor?

Al haber reconocido e identificado tus dones, construye tu ministerio alrededor de ellos. No significa que no puedas ejecutar cualquier otra cosa porque no tienes el don, ya que no todo lo que hagas en el ministerio deberá ser un ejercicio directo de tu don. Pero todo debe ser hecho con el objetivo de ejercitar tu don. Por ejemplo, puede que administrar no sea tu don, pero tienes que hacer cierta cantidad de tareas administrativas que facilitan cualquiera que sea tu don.

De hecho, puedo que otros dones espirituales no sean tu don específico, pero ellos deben estar presentes en tu vida y ministerio. Por ejemplo, si tu don es la enseñanza, no puedes ejercerlo a costa de dejar de ser misericordioso o servir. La restricción a esto es que tus tareas deberían ser primordialmente alrededor del uso de los dones que Dios te dio, no alrededor de tus dones secundarios o dones que no tienes. Estos principios son verdaderos para todos los aspectos de la vida.

Se fiel a quién eres ya que lo que eres es un regalo divino de Dios. No trates de ser alguien o hacer algo que no eres tú en realidad. No pretendas ser un predicador si no lo eres. Las personas pronto reconocerán tu inadecuación. Así que, ¡sé autentico!

Usa a otros para que estén contigo en tus áreas débiles. No trates de ser todo para todos. Y sea lo que sea que hagas, hazlo para la gloria de Dios, con toda tu energía y excelencia (1 Cor. 10:31, Col. 3:23).

Así que, primero, la competencia para el ministerio requiere dones espirituales del Señor…

Segundo, la competencia en el ministerio también requiere conocimiento de las Escrituras. Sin importar cuáles puedan ser tus dones específicos, todos los líderes de la iglesia tienen que ser instruidos en las Escrituras (2 Tim. 2:15). No puedes liderar a otros si tú mismo no conoces el camino, y el camino está explicado en las Escrituras. Los líderes espirituales tienen que tener las herramientas necesarias para responder a las preguntas de las personas, tratar con sus dudas, y ayudarles en los problemas.

III. Pensamientos Devocionales

1 Corintios 15:58 es uno de mis versículos favoritos. En este capítulo, el apóstol Pablo probablemente fija lo que es su disertación más completa e importante sobre la realidad y seguridad de la resurrección por la cual (1) Nosotros debemos ser transformados de la corrupción a la incorrupción, de la mortalidad a la inmortalidad, (2) La muerte será sorbida en victoria, y (3) Dios nos dará la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo.

“Así que, hermanos míos amados” dice Paulo, “estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”

Esta conclusiva exhortación claramente deriva su ímpetu de la verdad y certeza de la resurrección, la cual Pablo ha disertado majestuosamente en este capítulo. Es esta verdad y certeza la que nos da la motivación para continuar y continuar. Este versículo es también uno de esos maravillosos versículos que de por sí nos alientan cuando los tiempos son difíciles y la oposición es fuerte y grande.

La conclusión del apóstol, de su largo tratado sobre la resurrección como nuestra fuente de poder y seguridad futra, es que podemos estar confiados sobre el valor perdurable de nuestro ministerio. La Verdad forma la base de nuestras prácticas en el ministerio. Y la verdad es que, debido a la realidad de la resurrección, podemos tener confianza en que nuestro ministerio tendrá valor perdurable y eterno.

“Así que, hermanos míos amados” sobre la base de lo que sabemos sobre el evangelio y en especial la resurrección de Jesucristo…

Primero, “estemos firmes” en nuestro compromiso con el evangelio. Esto tiene que ver con nuestra dedicación al Señor. Esto tiene que ver con nuestra fidelidad al evangelio – fidelidad a su mensaje y a la manera que la vida lo demanda, fidelidad al“…evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis;” (1 Cor. 15:1-2). Así que, no te apartes de él. No dudes de él.

Segundo, seamos “constantes” en nuestras convicciones sobre el evangelio. No nos movamos del mensaje que profesamos y retenemos (Heb. 13:7). No nos dejemos llevar por ataques externos o las opiniones de la gente. Sino mejor, anclémonos en la verdad de la Palabra de Dios, manteniéndonos firmes contra los asaltos espirituales. No vacilemos, sino en cambio seamos “inamovibles”, inquebrantables, firmemente asentados en la verdad del evangelio, inmutables y consistentes en nuestro trabajo para el Señor.

Tercero, estemos “creciendo en la obra del Señor siempre.” Paulo está hablando sobre una actividad continua, “siempre” significa a toda hora y en todo lugar, done y cuando sea, “a tiempo y fuera de tiempo (2 Tim. 4:2).

“Creciendo en la obra del Señor siempre” significa estar lleno de esperanza y entusiasmo, de modo que el trabajo del Señor desborde en nosotros. Esto quiere decir estar desbordantes de celo por y compromiso con el trabajo del Señor. Dado que nuestra seguridad está en Cristo, nosotros, de todas las personas, deberíamos “abundar” en el trabajo del Señor. Como ministros del evangelio, somos personas que deberíamos ser diligentes en nuestro ministerio porque sabemos la verdad del evangelio, la mayor verdad que se puede conocer. Esto debería caracterizar la manera como hacemos el trabajo del Señor – con celo, energía, y compromiso.

Cuarto, “...sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Estamos dedicados al trabajo del Señor. Él lo instituyó, él nos llamó a hacerlo. Sea cual se tu ministerio (sea en una iglesia local, trabajo de misiones en una tierra extranjera, evangelismo, enseñar en la escuela bíblica, etc.), el ministerio le pertenece a él, y solo él puede preservarlo y hacerlo florecer. Estamos dedicados al negocio del reino de Dios.

Abundamos en el trabajo del Señor por lo que “sabemos.” Sabemos que nuestro trabajo en el Señor vale la pena, es valioso, fructífero, productivo, y que tiene consecuencias eternas. En mi ministerio online, es difícil ver los resultados o medir su progreso. Pero mi motivación es que es el trabajo de Dios (él me llamo a ello) y éste no es “en vano,” porque el trabajo de Dios hecho a la manera de Dios nunca es fútil.

Lo que sabemos nos da confianza en nuestro trabajo. Nuestro trabajo en el Señor puede ser fatigoso. Requiere un esfuerzo extenuante para producir resultados y éxito. Pero, aunque sea agotador, no es “en vano” –nunca es inútil, sin valor, o fútil. Por el contrario, es maravillosamente productivo porque es “en el Señor.”

El trabajo del Señor no puede ser medido como si pusiéramos ladrillos. A menudo es intangible, pero nunca en vano porque Dios lo prospera. Es importante saber esto para que no comencemos a tener dudas o cambiar el curso o desanimarnos.

Observaciones Finales. Esto trae lo sublime de la verdad teológica a esta travesía en donde vivimos y trabajamos cada día. La Teología cimenta nuestra práctica ministerial y nos motiva a servir al Señor. Es la convicción profunda que dimana de todo lo que sabemos sobre la verdad (especialmente la verdad sobre la muerte y resurrección del Señor) y sobre el valor de nuestra labor en el Señor. Esto nos sostiene para continuar con dirección, con vigor, con confianza, con gozo, y con firmeza.

Así que anímate y ten la seguridad de que tu trabajo en el Señor no es en vano, así como tu fe en Cristo no lo es. No será más fútil que el ministerio de los apóstoles, ni más vacío que la misma muerte y resurrección de Cristo. Cuando comprendemos esto, nuestro trabajo tomará un carácter diferente, un carácter que surge de saber que nuestro trabajo es valioso, significativo, y fructífero para Dios. Basado en lo que sabemos, podemos tener gran confianza sobre el valor perdurable de nuestro ministerio.

IV. Bocetos Del Sermón

Aquellos que han estado leyendo estos artículos de manera regular saben que incluyo bocetos de sermones para ayudarles en sus ministerios de predicación y enseñanza. Al preparar sus sermones o enseñanzas Bíblica, probablemente han encontrado que a menudo una de las partes más difíciles es identificar el tema y la línea de pensamiento del pasaje. ¿Sobre qué está escribiendo el autor bíblico (el tema) y cuáles son los “puntos” (unidad de pensamiento) que elabora sobre ese tema? Esto puede ser un trabajo difícil al preparar un sermón.

La primera tarea siempre es descubrir el asunto del pasaje. ¿sobre qué está escribiendo el autor? Al contestar a esta pregunta, trata de no ser vago. Decir, por ejemplo, que él está escribiendo sobre el “amor de Dios” es demasiado general, demasiado vago. ¿Específicamente, de qué aspecto del amor de Dios está escribiendo? ¿El amor de Dios por los pecadore? ¿El amor de Dios por su pueblo? ¿El amor de Dios al enviar a su Hijo a morir por nosotros? Siempre trata de definir el asunto que sea claro que el autor está escribiendo.

La segunda tarea es descubrir lo que el autor dice sobre el asunto. ¿A cuántos puntos hace referencia? ¿Cuál es su argumento o flujo de pensamiento? ¿Cómo el pasaje se desglosa en sus partes componentes, qué versos van juntos para realizar una unidad de pensamiento? Esto es muy importante para asegurarte que tú predicas lo que el autor dice y cómo lo dice. Al identificar los puntos en el pasaje (todos los puntos que se relacionan con el mismo asunto), podrás explicar el pasaje a tu audiencia mucho más claramente.

Luego, una vez hayas descubierto el asunto del pasaje y su composición en términos de flujo de pensamiento, pienso que es muy útil expresar cada unidad de pensamiento (cada punto del sermón) en una declaración de principio.

Por eso es que incluyo estos bocetos de sermones, para que puedas ver ejemplos de este proceso y aplicarlo a la preparación de tu propio sermón y predicación. Estos bocetos de sermones tienen el propósito de mostrarte los resultados de algunos de mis estudios en la preparación de la predicación de esos pasajes. Espero que puedas ver cómo se relacionan directamente con, y vienen directamente del pasaje mismo de la Escritura.

Por favor, siéntase con la Libertad de usar estos bocetos de sermones. Puedes usarlos exactamente como aparecen aquí o puedes modificarlos si quieres. Sea que uses o no estos bocetos, yo espero que veas de donde vienen los principios en el pasaje de la Escritura y cómo formularlos para tu audiencia actual.

En las dos ediciones pasadas de este Diario Del Pastor en la Red, publiqué los primeros cinco bocetos de sermones en la serie “Las Obras Sobrenaturales de Jesús” en el evangelio de San Juan como se muestra a continuación:

Edición de otoño del 2011:

1. Boceto del sermón #1: Juan 2:1-11, Jesús transforma el agua en vino.

2. Boceto del sermón #2: Juan 4:46-54, Jesús sana al hijo de un noble.

3. Boceto del sermón #3, Juan 5:1-47, Jesús sana al hombre cojo, Pt. 1.

Edición de invierno del 2012:

1. Boceto del sermón #4: Juan 6:1-4, Jesús alimenta a cinco mil.

2. Boceto del sermón #5: Juan 6:16-21, Jesús camina sobre el agua.

Tenemos ahora los siguientes dos bocetos de sermones de la misma serie, “Las Obras Sobrenaturales de Jesús” (milagros) como consta en el evangelio de Juan.

Boceto Del Sermón#6: Juan 9:1-7, La Sanidad Del Hombre Ciego, Pt. 1

Asunto: Jesús es El enviado de Dios

Punto #1: La condición lamentable del hombre (9:1-3)

1. ¿Cómo pasó? (9:2)

2. ¿Por qué pasó? (9:3)

Punto #2: La poderosa Tarea de Jesús (9:4-7)

1. La tarea de Jesús era hacer el trabajo de Dios en el mundo (9:4)

2. La tarea de Jesús era ser la luz de Dios en el mundo (9:5-7)

Boceto Del Sermón#7: Juan 9:8-23, La Sanación Del Hombre Ciego, Pt. 2

Asunto: Jesús es El enviado de Dios

Punto #1: Algunas personas sienten curiosidad por el milagro de Jesús (9:8-12)

1. Sienten curiosidad por la identidad del hombre (9:8-9)

2. Sienten curiosidad por la cura del hombre (9:10-12)

Punto #2: Las autoridades discuten el milagro de Jesús (9:13-17)

1. Algunos solo vieron la violación de la Ley (9:14-16a)

2. Otros vieron solo la realización de un milagro (9:16b-17)

Punto #3: La familia teme oposición al milagro de Jesús (9:18-23)

1. Ellos afirman no saber de la sanidad ni del sanador (18-21)

2. Ellos temían las represalias del concejo rector (22-23)

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