El Diario del Pastor en la Red, Ed. Esp., Edición 10, Invierno 2014
Un ministerio de…
Autor: Dr. Roger Pascoe, Presidente,
Email: [email protected]
I. Preparación Para Predicar: Seleccionar Textos Y Temas, Pt. 1
Una de las preguntas que a menudo se hacen los predicadores es: “¿Cómo selecciono el texto sobre el que voy a predicar?” La otra pregunta es: “¿Cuándo debo seleccionar el texto sobre el que voy a predicar – con bastante antelación, solo unos pocos días antes de predicar, o cuando me levanto y comienzo a hablar?”
La selección del texto es una parte muy importante para predicar. Primeramente, déjenme señalar dos peligros que se deben evitar:
1. Evita un texto demasiado corto – un solo versículo u oración. Si el texto es más corto que la unidad de pensamiento del autor (lo que usualmente llamamos párrafo), tienes que estar consciente del contexto inmediato para entender y predicar su significado de manera apropiada. Ese es el peligro de predicar tomando un solo versículo o una sola oración – corres el riesgo de mal interpretar y aplicarlo incorrectamente al obviar el énfasis particular en el texto.
2. Evita un texto demasiado largo. Si el texto es demasiado largo corres el riesgo de solo dar una sinopsis al generalizar un texto largo sin considerar el flujo de pensamiento.
Seleccionar tu texto te obliga a pensar acerca de qué se trata la predicación:
1. Lo que se supone que haga – como ésta suple las necesidades de tu congregación.
2. Cuál es el rol del Espíritu Santo en la planeación de los textos y temas del sermón.
3. Cómo Dios usa soberanamente tu predicación para ministrar situaciones de las que no sabes nada y no planeaste el sermón para hablar de ellas.
Al final, nuestra responsabilidad es predicar lo que el Espíritu Santo nos guie a predicar, pero ¿cómo funciona esto en la práctica? ¿Cómo decides sobre qué predicar? ¿Cuál es el texto correcto? ¿Qué viene primero, el texto o el tema? ¿Cómo respondes a la crisis (p.ej. en los eventos mundiales o en la iglesia) que no encajan con la serie de sermones que estás predicando actualmente? ¿Cuándo decides sobre qué predicar? ¿Cada semana decides lo que vas a predicar el próximo domingo o haces una agenda de sermones? Si haces la agenda, ¿para cuánto tiempo de anticipación la haces?
Abordaré este tema en tres partes:
A. Planeación de sermones – las deliberaciones y las ventajas.
B. Algunos principios bíblicos para seleccionar textos y temas.
C. Algunos procedimientos de ayuda en la selección de textos.
A. Planeación de Sermones
A1. El debate sobre la planeación de sermones. El valor y la exactitud de planear por anticipado tus temas de sermón se han debatido a través de los años. El asunto es, “¿cómo planear por anticipado una serie de sermones y al mismo tiempo obedecer la guía del Espíritu Santo concerniente a lo que deberías predicar? ¿Hay un conflicto entre la pre planificación de una serie de sermones y el permitir al Espíritu Santo guiarte sobre qué predicar?”
Algunos predicadores podrían decir, “Sí, hay conflicto.” Ellos argumentarían que uno no debería pre planear su serie de predicaciones y textos, y que el predicador tiene que buscar la dirección del Espíritu Santo diaria y semanalmente sobre qué predicar. Si tal aseveración es cierta, significaría que nunca podrías planear el predicar una serie sobre un libro de la Biblia o un tema en particular.
Yo diría, “No, no hay conflicto.” Aquellos que se oponen a la pre planeación de su serie de sermones asumen que el Espíritu Santo solo te guía semana a semana y no mes a mes, o año a año. Pero no hay razón por la cual la guía del Espíritu Santo esté restringida a cierto marco temporal -p.ej. que el Espíritu Santo solo te guiará semanalmente en la selección de los textos y no por un periodo de tiempo mayor. Creo que el Espíritu Santo puede y dirige a los predicadores a un texto en especial para una necesidad en particular para esta semana y que Él también dirige a los predicadores a un libro de la Biblia o tema bíblico en una serie de sermones a lo largo de un periodo de tiempo mayor.
Una serie de sermones pre planeados no significa que no eres sensible a la dirección del Espíritu Santo, ni que no puedas desviarte de tu serie para dirigirte a cierta crisis o necesidad en tu iglesia o en el mundo. Por esta razón, si decides predicar una serie, recomiendo que no publiques los pasajes y títulos de tus sermones por anticipado, para que tengas la libertad de cambiar tus planes de sermones a medida que sientas la guía del Espíritu Santo. Concuerdo con Martin Lloyd-Jones quien dijo: “Tras haber afirmado que estamos sometidos al Espíritu, y que tenemos que velar por asegurarnos que realmente estamos sometidos a Él, sostengo que Él, a veces puede dirigirnos a predicar un solo texto y otras veces a predicar una serie de sermones” (“Preaching and Preachers,” 188-189).
Tres principios importantes concernientes a la selección del texto son…
1. Siempre sé sensible a la dirección del Espíritu.
2. Siempre dale Libertad al Espíritu para que te dirija a predicar desde un texto diferente al previamente seleccionado.
3. Selecciona siempre en oración tus textos y temas para la prédica.
Desde un punto de vista práctico, argumentaría que para que el sermón sea efectivo para Dios tanto como lo pueda ser, éste demanda planeación, así como estudio. Ya que no pensaríamos en abordar cualquier otra tarea organizacional sin planearla, cuánto más deberíamos planear nuestra prédica. ¿Por qué abordaríamos una tarea tan seria como la predicación y pensar que podríamos hacerlo sin planeación?
Un predicador que predica sin planear es culpable de (1) no tomar su tarea de predicar en serio, (2) no servir bien a su congregación, (3) abordarla sin planear, (4) confundir a su congregación (quienes no sabrán de qué van a predicar de una semana a la otra), y (5) no enseñar bien sistemáticamente a su pueblo.
A2. Las ventajas de planear los sermones. Aquí tenemos cuatro ventajas y buenas razones para adoptar la planeación de sermones:
a) Planear te ayudará a mantener tu sermones intencional y balanceado. La planeación mantendrá tus sermones balanceados al abordar prioridades bíblicas y guardarlos contra quedarse solo en los temas preferidos o de moda. La planeación mantendrá tus sermones intencionales al cubrir el panorama total de la Escritura, exponiendo así a tu pueblo a la verdad Escritural que desarrollará su conocimiento de la Palabra, su relación con Dios, y su madurez espiritual.
b) La planeación te ayudará con la eficiencia en la preparación del sermón. Ayuda a tu eficiencia porque…
1. Sabrás por anticipado hacia dónde vas y no tendrás que perder tiempo determinando qué predicar la próxima semana.
2. Solo tendrás que preparar el material de apoyo una vez para toda la serie.
3. Obtendrás más información para predicar porque estarás concentrado en una serie específica.
c) La planeación te ayudará a suplir las necesidades ministeriales. Cuando planeas tu serie de sermones por anticipado, puedes tener en cuenta el ministerio a corto y a largo plazo y las necesidades espirituales de la iglesia.
d) La planeación te ayudará a evaluar el progreso de tu ministerio. Sea que te encuentres en un ministerio eclesiástico, para eclesiástico, o misión, tendrás una vara de medir para medirte y podrás decir que has proclamado el alcance completo y balanceado de la verdad Escritural, que has alimentado a tu pueblo con comida espiritual balanceada y nutritiva, que tu prédica es Cristo céntrica, y que no has sido negligente.
II. Liderazgo: Ser Un Modelo A Seguir
“Tus Prácticas Devocionales Personales”
Como hemos visto en las últimas cinco ediciones del Diario NET del Pastor, ser un modelo a seguir se extiende a cada aspecto de nuestras vidas. Hemos mirado “tu santidad personal” y cómo ésta impacta tu habilidad y efectividad como un modelo a seguir. La santidad no puede ser debidamente mantenida o seguida sin prácticas de disciplinas espirituales en tu vida.
Las disciplinas espirituales son vitales para que nosotros nos volvamos más como Cristo, para nuestra propia relación con Dios, para nuestro crecimiento espiritual, para nuestra pureza personal, y para la vitalidad y el poder personal.
El carácter piadoso emana de pasar tiempo con Dios. Los discípulos pasan tiempo con su líder (cf. Marcos. 3:13-14). Nuestro carácter ha de ser una expresión del carácter de Cristo y nuestra conducta ha de ser una expresión de la conducta de Cristo. (Gal. 4:19). La manera como vivimos, lo que hacemos, y lo que somos tiene que reflejar la forma en que Cristo vivió y quien Él es. Solo podremos reflejar el carácter y la conducta de Cristo si lo conocemos íntimamente. Y solo podremos conocerlo íntimamente si pasamos tiempo con él.
Hablamos de “hacer” nuestro devocional. En el sentido de que no debemos “hacer” devocionales, sino, debemos vivir en un estado continuo de devoción, de manera que “hacer” devocionales no se convierta en un mero acto o deber mecánico, sino un deleite.
1 Timoteo 4:7 nos instruye así: “Ejercítate para la Piedad.” Las disciplinas espirituales son el medio por el cual se desarrolla el crecimiento espiritual en nosotros por medio de (1) la lectura, memorización, y meditación en la Palabra, (2) la oración, (3) la adoración, (4) el evangelismo, (5) el servicio.
Es de crucial importancia apartar cierto tiempo y lugar para un tiempo quieto con Dios -una rutina diaria para leer, meditar, orar. Para la mayoría de nosotros, esta es una práctica difícil porque muchas otras cosas parecen ser más importantes y continuamente compiten con nuestro tiempo y atención. Encuentro que, si yo no paso tiempo quieto con el Señor como lo primero cada día, la probabilidad de hacerlo luego durante el día se reduce a medida que el día avanza. Probablemente sea igual para ustedes también.
Si eres como la mayoría de cristianos, probablemente te darás cuenta que la oración consistente es una práctica particularmente difícil. Satanás no quiere que nos involucremos en tiempos quietos diarios, particularmente orando. Así que, déjame esbozar lo que pienso que son los componentes básicos de un tiempo quieto diario con el Señor. Es posible que hagas algún cambio para adaptarlo a tu propia práctica, pero estos son los ítems principales.
A. Meditación Personal
A1. Espera calladamente a solas con Dios. Aquí es donde en verdad conocemos a Dios. Salmos 46:10 dice, “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.” En esos momentos es cuando Dios nos fuerza a esperar (en particular en los tiempos más oscuros y difíciles de nuestra vida). Creo que aprendemos más sobre Dios y sobre nosotros mismos en momentos así, que cuando estamos pasando por buenos tiempos. Necesitamos la serenidad, la quietud, un tiempo apartado de nuestra rutina y corre-corre de la vida para encontrarnos con Dios. Necesitamos un lugar en donde podamos recluirnos y necesitamos apartar, agendar un tiempo para este propósito.
A2. Escucha con atención a Dios en el silencio. Habla tan poco como sea posible y escucha a Dios a través de su Palabra. Sé sensible al Espíritu Santo a medida que él influencie tu mente, corazón, consciencia.
A3. Lee las Escrituras de manera meditativa. Tómate el tiempo diario para leer, meditar, y orar con las Escrituras. La meditación oriental requiere vaciar la mente, pero la meditación cristiana requiere llenar la mente con los pensamientos de Dios como nos los ha revelado en su Palabra.
No es estudiar las Escrituras: Esto no es preparar un sermón o una lección de la escuela dominical que se enfoca en cómo vas a explicarlo y a aplicarlo en otros. ¡No! Esta es una manera diferente de leer que se enfoca en tu propia vida espiritual y en tu aplicación personal. Éste es el momento cuando permites que las Escrituras te hablen, cuando Dios nutre tu corazón y mente en la Palabra, cuando te saturas de la Palabra, de manera que ésta te lleva a adorarlo a él, a entenderlo mejor, a amarlo más.
La lectura diaria de las Escrituras era uno de los ingredientes que le dieron a George Mueller tal vida poderosa. Él conocía la verdad que dice que “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4).
Sé sistemático, intencional, y secuencial en tu lectura. Planea tu agenda de lectura. Trata de leer de varias partes de la Biblia, desde Proverbios o Salmos, de libros del A.T., y de libros del N.T.
Piensa en lo que lees. A medida que lees, hazte preguntas para estimular tu respuesta:
¿Hay algún mandamiento que necesito obedecer?
¿Hay conexión con otras Escrituras que no habías notado antes?
¿Hay alguna lección que necesites aprender?
¿Hay alguna enseñanza que necesites creer o adoptar?
¿Hay alguna bendición para que la disfrutes?
¿Hay una práctica, actitud, o relación que necesitas cambiar?
¿Necesitas abrazar una bendición?
¿Hay un incentivo con el que necesitas animarte?
¿Hay algún error que necesitas evitar? Es muy alentador saber que, si sin saberlo estoy caminando en una dirección equivocada o tomé una decisión poco sabia, la palabra de Dios me lo puede revelar. Es fácil ver los errores que otros cometen, pero es mucho más difícil ver nuestros propios errores. Aquí es dónde la Palabra de Dios se convierte en un espejo (Santiago 1:23-25)
¿Hay algún ejemplo que daba seguir? ¿Algo saltó de la página y te llevó a decir, “¡quiero ser más así!”
¿Hay alguna labor que tengas que hacer?
¿La palabra de Dios te está llamando a actuar?
¿Estás siendo negligente en algo en tu casa o en dónde trabajas o en tu vida personal? Si es así, quisieras saber qué es y cómo trabajar en ello.
¿Hay alguna promesa que puedas reclamar? A medida que estudias la Biblia, escucharás al Señor comprometiéndose a ciertas cosas o a actuar de cierta manera. A medida que te acercas a esas promesas, que las conoces, exclamas: “¡Sí, Señor¡ tú eres así y has prometido ser de esta manera durante toda mi vida, y yo confío en ti.” Tu fe se fortalecerá a medida que aprendas y recibas las promesas de Dios.
¿Hay algún pecado que necesites confesar? No pasará mucho tiempo leyendo la Biblia hasta cuando te encuentres pasajes que revelan el error de tu comportamiento. Una promesa que me ayuda con eso es, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Jn. 1:9).
Dejad que las palabras “permanezcan en vosotros” (Jn. 15:7). De tu lectura, ora lo que piensas a Dios en adoración, confesión, agradecimiento, intercesión, y súplica. Memoriza las escrituras a medida que las lees: “En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.” (Sal. 119:11). Deja que las palabras produzcan fruto en ti. Comparte lo que has aprendido con otros. Sé obediente a la palabra que has leído, durante el día, pon en práctica lo que has leído esa mañana.
A4. Deléitate en los libros devocionales. Encuentro los libros devocionales de mucha ayuda para nutrir y estimular mi corazón hacia Dios. Este tipo de libros te conducen a una relación con Dios más profunda. Ellos crean en ti un mayor conocimiento de Él en ti.
B. Oración Personal
B1. Ora con contrición, arrepintiéndote en confesión – para con Dios, para con tu esposa, para con un socio responsable, o quizá un colega pastoral.
B2. Ora con intimidad, conversando en la oración. Tu vida de oración es fundamental para el poder y la vitalidad espiritual. Es obligatoria para una vida cristina poderosa, relevante, con sentido. Y, aun así, es una de las prácticas más difíciles en las cuales ser consistentes y es uno de los faltantes principales en la vida de líderes cristianos.
La mayoría de nosotros encuentra difícil ser disciplinado en la oración. Hay demasiadas otras cosas que elegimos hacer en vez de orar y que se agolpan sobre nosotros. Martin Luther oraba más cuando estaba agobiado con responsabilidades extra. Él decía: “Trabajar y trabajar desde temprano hasta tarde. De hecho, tengo tanto que hacer que debería pasar las tres primeras horas en oración.” Cuando Jesús estaba muy atareado y preocupado, él pasaba toda la noche en oración (Luc. 6:12)
La oración es el canal a través del cual conversamos con Dios. No podemos conocerlo sin conversar con él, no podemos hablar bien de él públicamente a otros si no lo ensalzamos en privado. Disciplínate en la oración. Crea el hábito. Trata siempre de combinar leer las Escrituras con la oración.
B3. Ora intencionalmente a una hora específica y sobre asuntos específicos. Generalmente las primeras horas de la mañana son las mejores antes de que te absorbas en otras cosas. No puedes ser poderoso en la oración pública si no estás comprometido con la oración regular, privada e intencional.
B4. Ora sin cesar, durante todo el día (1 Tes. 5:17). Ora siempre que algo o alguien venga a tu mente, en tu carro o mientras caminas. Ora en voz alta o en silencio.
B5. Ora metódicamente usando un diario de oración o una lista con ítems de oración. Mi diario de oración se desglosa como se muestra a continuación:
1. Versículos de oración – versículos que magnifican a Dios, a la oración, pasajes de oración, versículos especiales que son significativos para mí. Es una buena práctica orar a Dios usando las Escrituras.
2. Oraciones permanentes para orar todos los días -por la familia, misiones, personas en especial, etc.
3. Oraciones temporales – problemas, situaciones que pueden ir y venir.
4. Oraciones diarias. Yo asigno un tema diferente de oración para cada día:
Domingo – servicios de la iglesia. Orar por los pastores que van a predicar. Orar por la salvación de diferentes personas y sus familiares.
Lunes – misiones y misioneros.
Martes – acción de gracias. Da gracias por las respuestas a las oraciones, y por el ánimo. Ora por nuestro gobierno y nuestras autoridades, etc.
Miércoles – ministerios y trabajadores ministeriales.
Jueves – mi propio ministerio, mis patrocinadores, mis colaboradores, compromisos futuros del ministerio.
Viernes – familias, relaciones matrimoniales, personas con problemas de salud.
Sábado – adultos jóvenes, parejas jóvenes de casados, y familias jóvenes que han sido parte importante de nuestras vidas.
B6. Ora junto con un compañero. Ora con tu esposa o con un colega o amigo.
B7. Ora con responsabilidad. Ora como si tu fueras el responsable, pero sabiendo que Dios es el único que puede producirlo. Lucha en oración (Col. 4:12; Efe. 1;16). Intercede por otros. Suplícale a Dios por las necesidades. Adora a Dios por quien él es. Ora con la energía y el poder del Espíritu Santo (Efe. 6:18).
B8. Ora con atención, escucha a Dios. Déjalo que te hable a través de su Palabra y del Espíritu Santo. (Rom. 8:26-27).
III. Pensamientos Devocionales
“El Ministerio De Los Vasos De Barro, Pt. 3: La Motivación del Ministerio” (2 Cor. 5:10-13)
En 2 Corintios 4 y 5, el apóstol Pablo señala tres motivaciones para el ministerio:
A. La motivación de la transformación futura (4:16-5:9)
B. La motivación de la rendición de cuentas ante Dios (5:10-13)
C. La motivación del amor de Cristo (5:14-17).
En las ediciones anteriores de este diario (otoño 2013), discutimos la primera motivación del ministerio: A. La Motivación De La Transformación Futura. Ahora, vamos a mirar la segunda motivación del ministerio…
B. La Motivación De La Rendición De Cuentas A Dios (5:10-13).
Aquí, Pablo tiene dos fuentes de motivación...
B1. La Rendición De Cuentas De Los Creyentes En EL Juicio Del Tribunal De Cristo (5:10). La motivación de nuestra futura transformación nos recuerda nuestra responsabilidad presente de ser conforme a la naturaleza y carácter de Cristo aún ahora en la tierra, “porque…” nuestra motivación de agradarle a él es que “…todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (5:10). Somos responsables de cómo vivimos. La expectativa presente de estar con el Señor tiene que fortalecer nuestro deseo de agradarle a él ahora y fortalecer nuestra sensibilización sobre el juicio futuro en el tribunal de Cristo.
Los cristianos se enfrentarán a un día de rendición de cuentas. En ese día, todo lo que hayamos hecho aquí abajo será expuesto. “todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. (Heb. 4:13). Esta expectativa de una futura rendición de cuentas debe de motivarnos a vivir en santidad, de modo que nuestras acciones externas sean consistentes con nuestros pensamientos y creencias internas. No estamos exentos del estándar y escrutinio de la ley moral de Dios. Hemos sido justificados (Hech.13:39, Rom. 8:1) y limpiados, y ahora somos responsables de glorificar a Dios en nuestros cuerpos (1 Cor. 6:20) – de ahí la evaluación de Dios de todo lo que hemos hecho aquí en la tierra “sea bueno o sea malo.”
Como lo presenta un comentador, es una “evaluación del valor” y no una “declaración de condenación” para que Cristo asigne o se abstenga de dar recompensas. Esto no tiene nada que ver con la condenación, pero tiene todo que ver con el reconocimiento. Todo Cristiano es responsable, no de ganarse la salvación (porque no podemos), sino de construir sobre el cimiento puesto, el cual es Jesucristo (ver 1 Cor. 3:10-15). Nuestro fundamento es totalmente seguro: si somos creyentes verdaderos no podemos perder la salvación. Pero somos responsables ante Dios por sobre lo que hallamos construido sobre el fundamento, sea ello “oro, plata, piedras preciosas” o “madera, heno, hojarasca” (1 Cor. 3:12). Todo creyente comparecerá ante el tribunal de Cristo, no para determinar su salvación o condenación sino para recibir bien sea las recompensas por las obras hechas para Cristo o para las cosas que no fueron hechas para Cristo, sean quemadas – es decir, lo “malo”. Porque “la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26) y nuestras obras serán expuestas como lo que realmente son. Solo ahora mientras vivimos tenemos la oportunidad de glorificar a Dios en palabras y hechos, en nuestros cuerpos que son el suyo (1 Cor. 6:20).
Con Certeza esto debería ser una gran motivación para el ministerio – la rendición de cuentas de los creyentes en el tribunal de Cristo. Ahora, como segunda fuente de motivación, está…
B2. La Rendición De Cuentas De Los No Creyentes Ante El Gran Trono Blanco (5:11-12). “conociendo, pues,” (a la luz del juicio en el tribunal de Cristo ante el cual todos los creyentes debemos comparecer), “el temor del Señor, persuadimos a los hombres;” (5:11a). Esta motivación de la rendición de cuentas ante Dios motiva a Pablo a llevar a cabo su ministerio de persuadir a los incrédulos del evangelio. La expectativa para los creyentes del tribunal de Cristo en donde nuestras obras hechas en el cuerpo serán evaluadas para saber si fueron buenas o malas es lo suficientemente seria. Pero ¿cuán más serio es para los incrédulos estar ante Dios en el juicio final en el Gran Trono Blanco? Eso será un terror extremo. Con razón Pablo dice, “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres;” Esta es una seria motivación de nuestro ministerio de predicar el evangelio.
Empero, Pablo no está tratando de justificarse a sí mismo y sus actividades ministeriales porque, él dice, “pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. (5:11b). Dios conoce la motivación genuina de Pablo en el ministerio, por tanto, no necesita justificar lo que él hace y por qué lo hace. Y, él espera que su motivación por el ministerio sea igualmente manifiesta a los Corintios”; y espero que también lo sea a vuestras conciencias “(5:11c). Él espera que su trabajo entre ellos los convenza en sus consciencias de la validez y pureza de su llamado, al considerar su vida y ministerio a la luz de todas las acusaciones en su contra hechas por falsos apóstoles.
“No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros (cf. 3:1) sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.” (5:12). Él no está tratando de convencerlos una vez más de su veracidad, en vez de eso, trata de darles una oportunidad de venir en su defensa y de hecho, de gloriarse en él. El no solo quiere que sean persuadidos en sus consciencias de la autenticidad como ministro del evangelio, sino que también quiere que ellos hablen en su favor en contra de aquellos que son exactamente lo opuesto a él – esos que “se glorían en las apariencias y no en el corazón.” Esa es por esencia la definición de los falsos ministros- hipócritas que se ven bien en el exterior pero en su interior son corruptos, que se preocupan más por lucirse, el dinero, y el poder que por lo que hacen por “persuadir a los hombres” o pastorear al pueblo de Dios.
Esto es exactamente lo opuesto a Pablo, quien considera todas esas cosas como basura (dinero, poder, herencias, linajes religiosos, etc.) por la excelencia del conocimiento de Cristo (ver Fil. 3:1-11). “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Cor. 12:9). Pablo se gloriaba en la cruz (Gal. 6:14). Él no trató de impresionar a otros con su discurso intelectual rimbombante, sino que fue a ellos en temor y debilidad (1 Cor. 2:1-5). Así pues, el ministro de Cristo verdadero se gloria en el corazón y no en las apariencias. Sus valores son espirituales e internos, no materiales y externos.
Conclusión: “Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros” (5:13). Pablo dice, “Si estoy loco como dicen mis acusadores (Hechos 26:24; 2 Cor. 11:1,16;12:11) – p.ej. un extremista religioso que toma riesgos y penurias que un hombre en sus cabales no tomaría – es por servir a Dios. Pero si estoy cuerdo, lo uso para su beneficio al predicarles el evangelio.” Que nosotros también usemos todas las habilidades y oportunidades que Dios nos da para su servicio. Que nuestra futura rendición de cuentas ante Dios nos motive a ministrar para Dios con el motivo puro de glorificar a Dios y bendecir a otros.
IV. Bocetos del Sermón
Título: Una Confrontación con la Hipocresía (Juan 8:1-11): El diálogo de Jesús con los Fariseos.
Punto #1: Los acusadores desafían a Jesús (8:3-6a)
1.La puesta en escena de la mujer (3)
2. La confrontación con Jesús (4-5)
Punto #2: Jesús desacredita a los acusadores (8:6b-9a)
1. Jesús rechaza sus demandas (6b, 8)
2. Jesús revela su sabiduría divina (7)
3. Jesús alcanza sus consciencias (9a)
Punto #3: Jesús trata con la mujer acusada (8:9b-11)
1. Jesús trata con ella personalmente (9b-10a)
2. Jesús trata con ella de manera protectora (10b-11a)
3. Jesús trata con ella pastoralmente (11b)
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